La Bicicleta tiene su Día Mundial
Por Linda D’Ambrosio
@PeriodismodeLeyenda desde Madrid
El próximo 19 de abril coincidiendo con la fecha que marca el inicio del proceso de independencia de nuestro país, se celebra el Día Mundial de la Bicicleta y la escritora Linda D’Ambrosio nos cuenta por qué.
Me pregunto por qué se escogió
específicamente esa fecha (19 de abril) para celebrarlo y si efectivamente se
justifica que el calendario concite la atención sobre semejante artefacto en un
día específico. Coincidiendo con nuestra Declaración de la Independencia, cada
año se celebra, desde 1985, el Día Mundial de la Bicicleta.
De entrada, dos planteamientos me asaltan. Me pregunto por
qué se escogió específicamente esa fecha (19 de abril) para celebrarlo y si
efectivamente se justifica que el calendario concite la atención sobre
semejante artefacto en un día específico.
Comienzo a investigar y, para mi asombro, descubro que la
elección del día responde a la conmemoración del “primer autoexperimento de
Albert Hofmann con LSD”. Mi desconcierto crece. No atino a establecer la
relación entre el ácido lisérgico y la bicicleta. Sigo leyendo.
Hofmann fue un químico suizo que descubrió de forma
inesperada los efectos del LSD al absorber accidentalmente unas gotas de la
sustancia. Tres días más tarde, el 19 de abril de 1943, precisamente, decidió
tomar una dosis de 0,25 miligramos para averiguar qué ocurría. A los pocos
minutos comenzó a experimentar intensas alteraciones de la percepción y decidió
volver a casa. Pidió a su ayudante de laboratorio que lo acompañara pero, como
el uso de vehículos motorizados estaba restringido debido a la guerra, tuvieron
que recorrer el trayecto en bicicleta. ¡Voilá! He allí la relación entre el LSD
y la bici.
En cuanto a si es o no pertinente la celebración, los
propósitos que persigue parecen justificar sobradamente su existencia: promover
el uso de este medio de transporte, propugnar los derechos de los ciclistas y
destacar los beneficios que supone la utilización de la bicicleta para la salud
y el medio ambiente.
En ese campo, hay una obra que ha venido perfilándose como
el documento al que hay que remitirse a la hora de evaluar lo que concierne al
ciclismo urbano. Se trata de La revolución silenciosa, una investigación en la
que su autor, un periodista y músico español, Dani Cabezas, analiza el papel de
la bicicleta como agente de cambio en el siglo XXI, revisando su incidencia en
áreas tan variadas como la sanidad, el bienestar urbano, la prensa y los
trabajadores del sector.
Según Cabezas, la bicicleta supone una solución de cara al
congestionamiento de tráfico y la contaminación que el mismo genera,
constituyendo un recurso esencial en la lucha contra el cambio climático. Surte
un impacto directo sobre la salud y el bolsillo de los ciudadanos, y crea
“espacios de convivencia más silenciosos, humanos y amables”, según señala en
la contraportada del libro la Universitat Oberta de Catalunya, responsable de
la publicación de la obra.
El pedaleo es un
ejercicio cardiovascular que tonifica
los músculos de las piernas y mejora la posición de la espalda. Permite quemar
unas 500 calorías por hora y fortalece la musculatura que ejerce la sujeción de
las rodillas, castigándolas menos que otras actividades en las que éstas soportan el peso de todo nuestro cuerpo, con
lo que se trata de un deporte de bajo impacto.
Finalmente, para quienes compartimos una posición
animalista, la bicicleta reviste un atractivo adicional: constituye una
alternativa utilizada desde hace más de un siglo para eliminar la explotación
de los animales no humanos como fuerza de tracción, como sucede cuando se
emplean enganchándolos a los carruajes para desplazarse o movilizar cosechas o
mercancías.
Tampoco hay que subestimar la importancia de las bicicletas
en el ámbito recreacional, ya que estimulan la realización de actividades al
aire libre, propician el contacto con la naturaleza y redundan en la
disminución del estrés, como todo ejercicio físico.
Un cúmulo de ventajas que, sin duda, justifica la
celebración del Día Mundial de la Bicicleta.
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En la imagen John Boyd Dunlop, ca. 1915: el ESCOCÉS que le puso neumáticos a la bici. |
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