¿LA CUEVA DEL BUFÓN: LEYENDA, MITO O UNA GRAN HISTORIA?
Eleonora Mata
@PeriodismodeLeyenda
Rafael Emilio Beaufond Marcano, cuarta generación de una familia venida a fines del siglo XIX de “la frontera entre Francia y el País Vasco”. |
La leyenda mantiene siempre una
conexión con la historia aunque un tanto deformada, bien por la tradición
popular de que pasa a ser objeto, por la poesía que a veces la envuelve, o como
resultado de la exaltación de los hechos que suele producirse sobre esos
sucesos originales que le dieron vida. El mito por su parte es ficción, es una
alegoría, es una derivación de la fantasía de los pueblos al buscar explicación
de aquello que desconoce y que necesita entender.
Margarita
está llena de leyendas por sus 4 puntos cardinales. Desde la furia criminal del
Tirano Aguirre, pasando por la Laguna de los Mártires que se tiñó de rojo y la heroica
gesta de Matasiete, o hasta una más
reciente sobre la Piedra del Ángel, respecto a la cual algunos osados se han
atrevido a asegurar, que después del “mar de fondo” que acabó con ella, “alguien” se dio a la
tarea de recoger cada una de las piedras y llevárselas hasta Caracas donde hoy,
armadas nuevamente en su forma original, adorna una elegante casa de la
capital.
Ahora
bien, Margarita también tiene sus grandes mitos y sus historias maravillosas, y
en esta entrega de #MatasistePuntoCom nos vamos a referir a un caso en
particular que tiene todos estos ingredientes.
Queremos
comenzar por compartir el texto que agregamos a continuación y que capturamos
de internet, el cual es de un autor
anónimo que hace referencia a un sitio
turístico que fuera años atrás emblemático y muy visitado en Pampatar: LA CUEVA
DEL BUFÓN.
“Cuenta la leyenda que un
hombre divisó la cueva más allá del Cerro de La Castilla, una cueva donde el
sol se zambulle en agua y donde las picuas alzan su pico. Las olas llegan hasta
la parte más alta de las rocas, y una luna brillante las ilumina. Nadie le
creía a este hombre llamado Bufón, solitario habitante de esa cueva, hasta que
un día apareció sorpresivamente interrumpiendo la calma de la salina. Desde ese
día el lugar es denominado por los pobladores Cueva del Bufón, y es visitado
por los enamorados que creen en el embrujo sentimental de sus lunas llenas y
sus noches. De día es apreciada por los pescadores que viajan a Guacuco o
Bergantín y desde ahí divisan a lo lejos, en el horizonte, a los peces, que
comen carnadas en la profundidad. Se dice que el espíritu del bufón vaga por
ese paisaje”.
Definitivamente esta es la
reseña más singular con la cual nos topamos en este viaje en la búsqueda de la
verdad sobre la Cueva del Bufón, que dicho sea de paso es real, existe, está en
Pampatar, debajo de la punta sobre la que se ubica el nuevo Faro de La Armada en
el sector de Punta Ballena, y a la que se llega ingresado por lo que se conoce
como “las casitas”. Hoy lamentablemente el avance de zonas populares de cierta
peligrosidad, impiden llegar al lugar salvo, si se accede con protección o con
un grupo relativamente numeroso.
Hasta los años 90 llegar a
la Cueva del Bufón era parte de las visitas que un turista que se “respete” no
se pelaba en Margarita. Su ubicación era y es realmente extraordinaria, pues
está rodeada de una paisaje marino trepidante, con todo el esplendor del caribe
y en un escenario de sobrecogedora virginidad.
El Patrimonio Cultural Viviente
del estado Nueva Esparta e ilustre hijo de Pampatar Miguel Serra, con quien también
conversamos sobre el particular, nos aseguró categóricamente que no existe tal
personaje solitario llamado Bufón, o mucho menos un pirata que hizo de ese
espacio su lugar para esconder tesoros u otros objetos producto de sus
fechorías.
-Se
le dio eses nombre –explica- por el ruido sobrecogedor que hace el mar al
entrar a la cueva, que produce un sonido cargado de furia similar a un bufido.
Bufido es una expresión que
se le atribuye a un sonido animal, y que significa enojo o enfado. Hecha a esta
aclaratoria, y como testigo de excepción no una sino más una docena de veces de
este singular ruido, puedo dar absoluta fe de lo que precisa Serra en relación
al impactante sonido y a la fuerza con la cual rompe el mar en este lugar.
También en el sitio sobre
una loma próxima a la cueva, se encuentran los restos de la que fuera una
excepcional residencia de los años 50, que perteneció a la escritora Margot
Boulton de Bottome, hermana de Don Alfredo Boultom, cuya casona colonial en
Pampatar, próxima al Castillo de San Carlos Borromeo, es un espacio de inigualable
belleza que forma parte de ese casco colonial patrimonio de arquitectura
venezolana.
Decía mi padre Rafael Mata,
que en la cueva había grilletes pegados a la roca, que aseguraba haber visto y
que estaban allí como testimonio de torturas a las que sometían los piratas a
aquellos que se atrevían a desobedecerles. Agregaba, que todo consistía en
esperar que la marea subiese, y las aguas del mar terminarán con la vida de los
infortunados. Llegué varias veces a estar a la entrada de la cueva. No era
grande ni profunda, pero si metía miedo.
La historia del pirata ha
sido alimentada igualmente por los niños y jóvenes que cuentan su versión de
éste y otros tantos hechos en el Fortín de La Galera. En la historia cantadita
que recitan a los turistas, hablan de Bufón, un pirata que se adueñó de tesoros
y que pasó por las armas a varios margariteños.
HABLA UN DESCENDIENTE DE “BUFON”
El 15 de mayo de 1945 nació
en Pampatar Rafael Emilio Beaufond Marcano, cuarta generación de una familia
venida a fines del siglo XIX de “la
frontera entre Francia y el País Vasco”, y que fijó residencia en el pueblo de
Pampatar. Ese hombre fue Alejandro Lemerle
Des Beaufond, boticario con título nobiliario –asegura Rafael Emilio - quien
tuvo un modesto establecimiento de expendio de medicinas y que llegó a la isla,
cuenta su descendiente, huyendo de las angustiosas penurias de guerras
europeas.
“Eres descendiente del
pirata francés que dio origen al nombre de la Cueva del Bufón”. –Fue la
pregunta que dio inicio a la conversación.
-Eso es falso. No hubo un
tal pirata Beaufond. Salvador Villalba, familia de Jóvito Villalba, me contó la
historia de mi bisabuelo Alejandro Lemerle Des Beaufond. Él acostumbraba a ir a
la cueva a inspirarse, dicen que iba a escribir allí sus memorias, y por eso el
pueblo espontáneamente bautizó el lugar “la Cueva de Bufón”, como desde entonces pronunciaban el apellido
en Pampatar de mis antepasados.
Realmente fascinante como se
va desmenuzando la historia y cómo vamos descubriendo elementos de la realidad
que muy bien pudo ser el origen de esta leyenda, o de este mito.
-Dicen que la cueva era
mucho más grandes –resalta Rafael Beaufont – pero se fue llenando de arena y se
fue tapando. Al correr de los años y como imprecisiones de los registros, el
“Des” que antecedía al apellido Beaufond, se perdió y quedó sólo el apellido
como lo llevo yo en el presente y que muchos pronuncian “Bufón”.
Rafael Emilio Beaufond
Marcano es Doctor en Educación graduado en Estados Unidos, con
especializaciones en finanzas y
políticas públicas. Fue profesor titular de la UDO y otras universidades, y
llegó a ser Vicerrector Administrativo de la Universidad de Guayana. Entre
otros grandes logros, tiene el honor de haber sido fundador de la Escuela de
Hotelería y Turismo de la UDO Nueva Esparta.
De esta forma y luego de
transitar tan singular historia desde lo imaginario, lo profano y hasta lo
antropológico, de lo único que podemos estar seguros es que la cueva fue un
espacio turístico de singular belleza, que probablemente el oscuro agujero
visto desde mar adentro por los pescadores alimentó la leyenda, y que en vez de tesoros y grilletes en las
rocas, la cueva y sus solitarios alrededores tuvo más que ver con actividades
de contrabando de esas que por muchos años fueron parte de la incipiente
economía insular.
La Cueva del Bufón es
definitivamente una gran leyenda, también tiene de mito al atribuirsele algunos
poderes sobrenaturales y cierto efecto de encantamiento especialmente en las
noches de luna llena, pero es también historia que nos habla de antiguos
pobladores venidos de otras tierras y que sembraron su descendencia en esta
isla para siempre.
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