¿Por qué la Isla de Margarita y otras islas y costas venezolanas rara vez son afectadas por huracanes?
Ciclones,
huracanes, tifones, tormentas tropicales, tormentas ciclónicas…
Diferentes
nombres para referirse todos a un mismo fenómeno meteorológico que consiste en
una violenta tormenta con vientos en
espiral alrededor de un núcleo llamado ojo, y donde la presión de su atmósfera
es mucho más baja que las áreas que la circundan. Para que una tormenta sea clasificada como un
huracán, tifón o ciclón, debería alcanzar velocidades del viento de, por lo
menos, 119 kilómetros por hora en el transcurso de un minuto.
Hace
mucho tiempo atrás a los huracanes se les identificaba con un código compuesto
de letras y números, pero luego, y por una cuestión meramente práctica, empezó
a ponérseles nombre propios, pues los nombres permitirían una mejor
identificación entre los servicios meteorológicos y los usuarios que reciben
información importante con respecto a la trayectoria y medidas a tomar a causa
de la tormenta. Los huracanes empezaron a ser “bautizados” con nombres bíblicos,
así que cuando acontecía un fenómeno natural de este tipo, se usaba el nombre
de un santo para referirse a él. Luego,
con la aparición de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el acto de
nombrar un huracán cambio considerablemente. Durante más de veinte años
únicamente se habían utilizado nombres femeninos para ello, pero a partir de 1979
se eliminó tal costumbre incorporándose por primera vez designaciones
masculinas que se iban alternando con las femeninas. Es en Ginebra que la OMM
se encarga de elaborar las listas de nombres para huracanes, tifones y
ciclones. Las listas se repiten cada 6 años e incluyen un nombre por cada letra
del alfabeto, alternando, como antes señalábamos, nombres femeninos y
masculinos. Es un dato anecdótico que, estadísticamente, los huracanes con
nombre de mujer han sido más feroces y devastadores que los huracanes con
nombres masculinos. Katrina, Wilma , Allison, Frances y Camille, figuran entre
los ciclones más violentos de los que se tenga registro. Esto es un dato
meramente casual, pues no responde a ningún patrón o criterio preestablecido ya
que las listas están elaboradas hasta con seis años de anticipación y en la
forma alternante que ya explicamos. Los nombres de estos huracanes tan violentos
y de otros que han sido devastadores, no volverán a repetirse para ningún otro
huracán en los siguientes seis años.
Pero
¿Por qué la Isla de Margarita y otras
islas y costas venezolanas rara vez son afectadas por estos voraces huracanes?
En
primer lugar, al estar ubicado nuestro territorio en la faja tropical, el
comportamiento de las variables meteorológicas no presenta cambios tan bruscos
como se observan en latitudes medias y altas.
Luego, la mayoría de los huracanes nacen en el Atlántico frente a las
costas de África, e inician su desarrollo como “pequeñas perturbaciones
atmosféricas” que, por lo general, se forman por encima del paralelo 10, por lo tanto las posibilidades de afectar a
nuestro territorio (por su ubicación geográfica) son muy remotas, ya que estas
perturbaciones avanzan de este a oeste, pero al mismo tiempo -mientras se van acercando
al territorio continental sudamericano- van curvándose gradualmente hacia el norte/nor-oeste
y se van fortaleciendo por la humedad proveniente de la evaporación a
temperaturas marítimas superiores o iguales a 27ºC. Esta desviación en este sentido es causada por
una fuerza llamada “Coriolis” y es la que hace que los huracanes se desvíen
“olvidándose ” afortunadamente de pasar por Margarita. Sin embargo después de
1988, algunos de estos sistemas han establecido su nacimiento por debajo del
paralelo mencionado, trayendo como consecuencia que el territorio nacional se
vea amenazado por el poder destructivo de éstos, o por ráfagas que se
aproximan, tal como sucedió en septiembre de 1988 con la tormenta Isaac; o en
agosto de 1993 con la tormenta tropical Bret; o en septiembre del 2000 con el
huracán Joyce; o en septiembre del 2002 (huracán Isidore), o en septiembre 2016 (huracán Mattheu) y de nuevo la tormenta Bret en Junio del 2017.
Esta sería la evidencia científica que justifica nuestro privilegiado y bien
apreciado status de “la Antilla mansa
que se salva de tempestades”, pero también
coexisten con esta explicación gran número de creencias y leyendas abstraídas de
la tradición popular, donde se le otorga
a la Virgen del Valle -patrona de los marineros- entre otros benefactores espirituales,
angelicales, mágicos y cabalísticos, el favor de ser una isla “Donde
los vientos que soplan de barlovento acarician, arrullan y cautivan… mas no
castigan ni martirizan”.
Sea
lo que sea que nos favorezca, hace de esta isla un lugar con un clima
espectacular durante casi todo el año; Así que, hagámonos a la mar y que el tórrido equilibrio y el buen viento nos
acompañen por siempre.
Leticia Rojas Rivas.
@PeriodismodeLeyenda
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Huracán Matthew cerca de las costas venezolanas |
Excelente narracion informativa!!! Saludos...
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