La rica natilla de mi abuela: la versión mantuana de la Crema Catalana y la Crème Brûlée


 Por Patricia Mata
@RecetasdeLeyenda


Versionada incluso en la Biblia de la cocina tradicional venezolana como es el Libro Rojo de Don Armando Scanonne, la Natilla Criolla Caraqueña es una ilustre descendiente de sus similares ibéricas que como otros tantos deliciosos platos, llegó al nuevo mundo para mezclarse y asentarse por siempre en las mesas de nuestras casas.


Los investigadores gastronómicos dan cuenta que las cremas tienen un origen medieval, que dicho sea de paso, en nada guarda relación con algún oscurantismo culinario, sino más bien con los placeres que en aquellos tiempos ya comenzaban a ser parte del disfrute de la humanidad.  Como fuente bibliográfica se conoce que este postre sale referido en Libro del Sent Soví (1324), un recetario de cocina medieval Valenciana de autor anónimo, que incluye doscientas recetas y es considerado una importantísima referncia sobre qué y cómo comían en el Mediterráneo de entonces.

Por su parte la primera mención que se conoce de la Crème Brûlée (crema quemada o tostada en francés) se encuentra en el libro “El cocinero Francés” (Francois Pierre de La Varenne, 1651) aunque este dulce se atribuye oficialmente a Francois Massialot por ser quien lo perfeccionó y lo publicó en el famoso Noveau Cuisiner Royal et Bourgeois (1691).

Ahora bien las natillas que son el tema central de nuestra historia y han sido y son tan especiales en la mesa venezolana, nunca fueron tan sofisticadas como las dos anteriores pero si una variante que surgió de una forma más sencilla y humilde de recrear las cremas manteniendo su valor nutricional. Se asegura que surgió en los monasterios o conventos, donde se elaboraba una gastronomía sabrosa y saludable, más no costosa.

En general todas las cremas comparten como base la leche, que es endulzada y aromatizada de varias maneras, así como complementada con el uso de la yema o del huevo completo, y que su caracterización definitiva va a depender de dos cosas como son la forma de la cocción y el almidón utilizado para alcanzar mayor espesor.

Mi abuela Lucila Diaz de Mirabal, “Mamay”, como ya se las he presentado en otros artículos, hacía la Natilla Criolla con una facilidad, un gusto, y una rapidez que sorprendía a todos cuando la veíamos ya enfriando dentro de la nevera.

Indiscutiblemente la natilla es un postre sencillo y económico, que llegó junto a tantas otras cosas que conservamos de nuestras raíces españolas, y estas a su vez, de lo que emergió de los fogones religiosos en una España pobre y necesitada.

Este era un postre que hacía Lucila en especial para mi abuelo Simón, y que ponía en moldecitos de vidrio sencillos, esos de todos los días, sin mayor lujo o pretensión que tener a mano un postre frio riquísimo para después del almuerzo o para disfrutar ya al atardecer.

Por supuesto que alrededor de la natilla venían los toques especiales según lo que se tenía disponible en la cocina, como agregar un toque de conchita de limón o naranja, más o menos vainilla, o espolvorear con canela o cacao. Todo según el gusto, lo que había por supuesto a la mano en la casa y según la condición del bolsillo para el momento.

Este dulce muy canario por cierto, es fresco, de consistencia suave y de agradable sabor, y en oportunidades se utiliza para acompañar postres, galletas y frutas.

INGREDIENTES: 
-2 cucharadas de Maicena 
-1 lata de leche condensada 
-2 latas de leche líquida medidas con la lata de leche condensada
- 2 yemas de huevo
- 6 cucharadas de azúcar 
- Canela o cacao en polvo
- Conchita de limón o naranja según el gusto 
- Y opcional, una tapita de ron, brandy o whiskie.


PREPARACIÓN:
Colocar 1 taza de leche en una olla, y dejar el resto a un lado. Agregar la azúcar y la cáscara de limón o naranja, junto al toque de licor seleccionado si fuese el caso. En otro envase o bowl colocar el resto de la leche, la maicena y las yemas; mezclar bien hasta integrar.

Llevar a hervor la leche, a fuego medio, y en lo que rompa el hervor se agrega la mezcla del resto de la leche con las 2 yemas, la maicena y la leche condensada. Sida cocinando sin parar de revolver para que no se formen grumos. Cocinar hasta que la mezcla espese.

Una vez esté en el punto, es decir espesa, pasar por un colador para que no se quede la cáscara en la mezcla y para evitar que hayan quedado grumos.

Dejar enfriar antes de llevar a la nevera. Coloque en envases individuales preferiblemente y deje cuajar dentro de la nevera. Finalmente espolvorear un poco de canela o cacao antes de servir.

Servida con la sencillez de las ricas cosas de casa, la natilla siempre se disfruta como el más maravilloso de los postres.


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