La rica natilla de mi abuela: la versión mantuana de la Crema Catalana y la Crème Brûlée
Versionada incluso
en la Biblia de la cocina tradicional venezolana como es el Libro Rojo de Don
Armando Scanonne, la Natilla Criolla Caraqueña es una ilustre descendiente de
sus similares ibéricas que como otros tantos deliciosos platos, llegó al nuevo
mundo para mezclarse y asentarse por siempre en las mesas de nuestras casas.
Los investigadores gastronómicos dan cuenta que las cremas tienen un
origen medieval, que dicho sea de paso, en nada guarda relación con algún oscurantismo
culinario, sino más bien con los placeres que en aquellos tiempos ya comenzaban
a ser parte del disfrute de la humanidad. Como fuente bibliográfica se conoce que este
postre sale referido en Libro del Sent Soví (1324), un recetario de cocina
medieval Valenciana de autor anónimo, que incluye doscientas recetas y es
considerado una importantísima referncia sobre qué y cómo comían en el
Mediterráneo de entonces.
Por su parte la primera mención que se conoce de la Crème Brûlée (crema
quemada o tostada en francés) se encuentra en el libro “El cocinero Francés”
(Francois Pierre de La Varenne, 1651) aunque este dulce se atribuye
oficialmente a Francois Massialot por ser quien lo perfeccionó y lo publicó en el
famoso Noveau Cuisiner Royal et Bourgeois (1691).
Ahora bien las natillas que son el tema central de nuestra historia y han
sido y son tan especiales en la mesa venezolana, nunca fueron tan sofisticadas
como las dos anteriores pero si una variante que surgió de una forma más
sencilla y humilde de recrear las cremas manteniendo su valor nutricional. Se
asegura que surgió en los monasterios o conventos, donde se elaboraba una
gastronomía sabrosa y saludable, más no costosa.
En general todas las cremas comparten como base la leche, que es
endulzada y aromatizada de varias maneras, así como complementada con el uso de
la yema o del huevo completo, y que su caracterización definitiva va a depender
de dos cosas como son la forma de la cocción y el almidón utilizado para
alcanzar mayor espesor.
Mi abuela Lucila Diaz de Mirabal, “Mamay”, como ya se las he presentado
en otros artículos, hacía la Natilla Criolla con una facilidad, un gusto, y una
rapidez que sorprendía a todos cuando la veíamos ya enfriando dentro de la
nevera.
Indiscutiblemente la natilla es un postre sencillo y económico, que
llegó junto a tantas otras cosas que conservamos de nuestras raíces españolas,
y estas a su vez, de lo que emergió de los fogones religiosos en una España
pobre y necesitada.
Este era un postre que hacía Lucila en especial para mi abuelo Simón, y
que ponía en moldecitos de vidrio sencillos, esos de todos los días, sin mayor
lujo o pretensión que tener a mano un postre frio riquísimo para después del
almuerzo o para disfrutar ya al atardecer.
Por supuesto que alrededor de la natilla venían los toques especiales
según lo que se tenía disponible en la cocina, como agregar un toque de
conchita de limón o naranja, más o menos vainilla, o espolvorear con canela o
cacao. Todo según el gusto, lo que había por supuesto a la mano en la casa y
según la condición del bolsillo para el momento.
Este dulce muy canario por cierto, es fresco, de consistencia suave y de
agradable sabor, y en oportunidades se utiliza para acompañar postres, galletas
y frutas.
INGREDIENTES:
-2 cucharadas de Maicena
-1 lata de leche condensada
-2 latas de leche líquida medidas con la lata de leche condensada
- 2 yemas de huevo
- 6 cucharadas de azúcar
- Canela o cacao en polvo
- Conchita de limón o naranja según el gusto
- Y opcional, una tapita de ron, brandy o whiskie.
PREPARACIÓN:
Colocar 1 taza de leche en una olla, y dejar el resto a un lado. Agregar
la azúcar y la cáscara de limón o naranja, junto al toque de licor seleccionado
si fuese el caso. En otro envase o bowl colocar el resto de la leche, la
maicena y las yemas; mezclar bien hasta integrar.
Llevar a hervor la leche, a fuego medio, y en lo que rompa el hervor se
agrega la mezcla del resto de la leche con las 2 yemas, la maicena y la leche
condensada. Sida cocinando sin parar de revolver para que no se formen grumos.
Cocinar hasta que la mezcla espese.
Una vez esté en el punto, es decir espesa, pasar por un colador para que
no se quede la cáscara en la mezcla y para evitar que hayan quedado grumos.
Dejar enfriar antes de llevar a la nevera. Coloque en envases
individuales preferiblemente y deje cuajar dentro de la nevera. Finalmente espolvorear
un poco de canela o cacao antes de servir.
Servida con la sencillez de las ricas cosas de casa, la natilla siempre se disfruta como el más maravilloso de los postres. |
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