DIECISIETE ALMAS MARGARITEÑAS A LA DERIVA EN EL GOLFO PÉRSICO

Leticia Rojas Rivas
@PeriodismoDeLeyenda.

El 4 de agosto de 1934, partieron desde la isla de Margarita diecisiete buzos contratados por "El Turco" Salim Abouhamad para recolectar perlas en las costas de la India, pero el destino les tenía señalado un cambio de rumbo y muchísimos obstáculos antes de que pudieran regresar, sanos y a salvo, a la tierra donde habían dejado todas sus querencias.


UNA BREVE Y NECESARIA INTRODUCCIÓN

Cuando los conquistadores europeos descubrieron el Nuevo Mundo, no sospechaban siquiera que para entonces, en las profundidades del Mar Caribe, existía un tesoro perlífero tan abundante, tan fructífero y tan importante, que al conocerse se convirtió en una de las principales causas de luchas y conflictos por el dominio de la región. 

La extracción y explotación de perlas en los inicios de las incursiones colonizadoras se cobró la vida de innumerables personas, convirtiendo a la zona en “la joya más preciada” de las coronas e imperios de los antiguos continentes, quienes desde tiempos inmemorables y fascinados con la belleza de las mismas, utilizaban las perlas en la ornamentación, joyas y vestimentas.

Algo muy importante que los conquistadores notaron fue que los aborígenes que sacaban perlas en las costas venezolanas, concretamente en las islas de Margarita, Coche y Cubagua (desde donde se extrajo la mayor cantidad de perlas del mundo en la época colonial) tenían una capacidad pulmonar impresionante para la faena. Esta razón, aunada al gigantesco caudal de producto existente en su fondo marino, hizo que en la isla de Cubagua se levantaran los primeros asentamientos y rancherías dedicados específicamente a esta labor.


Fue en el año 1500, según cuenta Fray Bartolomé de las Casas, que un marino italiano al servicio de Carlos V, Giacomo Castiglio, levantó el primer “campamento” en la isla con la intención de explotar las pesquerías de perlas. Ya en el año 1526, Cubagua pasó a la categoría de “asentamiento” con el nombre de Santiago de Cubagua, y fue en el año 1528 que, por Real Cédula, se le dio el titulo de Ciudad de Nueva Cádiz, hoy reconocida como la primera ciudad fundada por los españoles en Venezuela y en América, y que posteriormente, según una de las tesis que explica su despoblamiento, fue devastada por un maremoto.


La pugna por el dominio y la posesión de las riquezas en la zona de Cubagua, Coche y Margarita fue de tal magnitud, que es imposible calcular a ciencia cierta, los quintales y quintales, toneladas de producto que fueros saqueados de forma descontrolada en nuestras costas. Esta ambición desmedida y el hostil comercio de las preciadas perlas margariteñas, junto con otras razones que se alegan de tipo climático y logístico, arrasaron con el molusco destruyendo su ciclo reproductivo y mermando considerablemente los yacimientos de perlas en la zona. Entre 1531 y 1532 los lechos perlíferos evidenciaron los primeros signos de agotamiento que, sumado a una incipiente población con escasos medios de vida (en Nueva Cádiz había graves problemas de abastecimiento de agua potable y víveres) contribuyó al abandono de esos primeros asentamientos en la isla.


No obstante quedar desmantelado todo el tesoro natural en tan poco tiempo, lo que si perduró fue el tesón, el aguante, la capacidad, el trabajo y el brío de acero de aquellos hombres originarios de nuestras islas, que se hicieran famosos desde entonces en el mundo entero, por ser los mejores, los más aptos y capaces buscadores de perlas… y de eso va nuestra historia… Una historia que nos transporta hasta el Golfo Pérsico, donde nuestro gentilicio haría leyenda.

EL COMERCIO DE LAS PERLAS EN ULTRAMAR



Después de Cubagua la explotación perlífera se trasladó a otros yacimientos en Venezuela. Los cubagüenses se trasladaron a La Guajira y Paraguaná a probar suerte, y dada su fama y condición de buzos, también eran solicitados para inmersiones en otras latitudes caribeñas. 


No fue sino hasta trescientos años mas tardes que la industria perlífera se reactivó de nuevo en Nueva Esparta. Para finales del siglo XIX, principios del siglo XX, había en Margarita una dinámica comercial muy en auge con respecto a las perlas. Reconocidas familias locales se dedicaban a esta actividad y también un número importante de extranjeros. El gran comerciante y joyero francés, Leonard Rosenthal, hizo una gigantesca fortuna con las perlas margariteñas. También la comunidad árabe y turca que habitaba en la isla para entonces, participaba activamente en este negocio. Era el caso de las diversas compañías que se encargaban de la compra-venta de perlas de Salim y Miguel Abouhamad, con sucursales en Porlamar, Caracas y París. Para hacernos una idea de lo metidos que estaban en el negocio, en el año 1926, Salim Abouhamad (quien vivía en Margarita, pues Miguel vivía en París) recibió del gobierno Venezolano un permiso por espacio de dos años para explorar en búsqueda de perlas en aguas territoriales venezolanas, desde la Boca de Unare hasta la Punta de Naiguatá. 

UNA AVENTURA CON FINAL INESPERADO



En el año 1934, Salim Abouhamad, “el Turco”, en su ambición por querer incursionar en el negocio de extracción de perlas a nivel internacional y aprovechándose de la amistad y confianza que tiene con los marineros y buzos dedicados a la extracción de perlas en la Isla, inicia una aventura trasatlántica y “contrata” de boca a un grupo de diecisiete margariteños para ir a buscar perlas en el continente asiático. 

El grupo estaba conformado así:


Buzos
: Hilario Brito, Luis Suárez, Cheíto González y Miguel Fernández.
Cabos de vida: Mercedes Alfonzo, Luis María Suárez, Gregorio Suárez y “Cacho” Suárez.
Marineros: Rafael Hernández, Augusto Suárez, Felipe Suárez, Pedro Millán, “Chano” Fernández, Cirilo Lozada, Cruz Suárez y Ramón Suárez.
Caporal del barco: Patricio Fernández.

El 24 de julio de 1934 salieron de Porlamar rumbo a La Guaira y desde allí, el día 4 de agosto, embarcaron en el vapor Simón Bolívar. Se dice que el destino inicial de esta empresa era Ceilán (actual Sri Lanka) al sur de La India, pero que por alguna razón en el trayecto del viaje decidieron cambiar el rumbo hacia el Mar Rojo, al puerto de Massaua en Eritrea.




CATORCE MESES SIN NOTICIAS


Mucho se especula sobre la veracidad de “las promesas” que les hizo “El Turco” a los margariteños que se embarcaron en aquella aventura. Después del zarpe del vapor Simón Bolívar aquel mes de agosto de 1934, nada se supo de estos diecisiete margariteños durante los sucesivos catorce meses. Ni un telegrama, ni una carta, ni una sola noticia de su paradero. Después se sabría sobre la amarga experiencia que vivirían estos humildes margariteños al haber estado, literalmente, abandonados y a la merced del destino en un país desconocido y sin los medios suficientes para su regreso. Salim Abouhamad los habría vendido con compañía y todo por allá, porque no obtuvo los beneficios esperados en esta aventura.


Durante el trayecto, uno de los cabos de vida, Mercedes Alfonzo, escribió un pequeño diario donde día a día registraba lo acontecido: las fechas, puertos, ciudades, sus impresiones sobre la vida en el otro lado del mundo: 

Mercedes Alfonzo. Uno de los marineros margariteños que participó en esta odisea
en el Mar Rojo.


“…Visitamos París y embarcamos en Marsella el 24 de agosto en el vapor francés “Spinhx”, arribando a Alejandría el 28. De allí seguimos en ferrocarril hasta Suez donde embarcamos en el vapor inglés “Staf”, que nos condujo hasta Dejeddah-Hadjas, pasando por Bemha, Suez, Puerto Torcini, Puerto Gueleny Yumbo. Dejeddah fue el primer puerto de Arabia donde nos radicamos. Once días gastamos en la organización de la empresa y el 14 de septiembre, víspera del día de la octava de la Virgen del Valle, salimos a explorar en tres lanchas de vela la costa norte de Arabia…"



En abril de 1935, por fin se recibe en Venezuela el primer telegrama con noticias de los margariteños. En él explicaban las penurias que estaban padeciendo. Pedían ayuda al gobierno de Venezuela y al General Juan Vicente Gómez para que los rescataran e hicieran posible su regreso.


Cuenta Mercedes Alfonzo en una de sus cartas en referencia a su malaventura:


“…una vez que el trabajo no le dio resultado empezó a tratarnos mal, nos dijo que no estaba obligado a nada ni para nada con nosotros. Nos obligó venirnos en las lanchas dese donde trabajamos (…) a ésta (…) éste señor (Salim Abouhamad) partió para París el 1º de febrero diciendo que atendería nuestras necesidades, el cual no las atendió, en los momentos estamos ganando un jornal para poder medio comer y para dar contesta a su radio hemos dejado de comer dos días para pedirle nuestro retorno…”



Por su parte, y como era de esperar, Abouhamad da otra versión totalmente distinta de los hechos en una misiva que escribe desde París el 8 de agosto de 1935.



“…habiéndoles acompañado personalmente a la exploración del Mar Rojo, donde por desgracia no he podido obtener resultado satisfactorio. De acuerdo con los mismos trabajadores (…) me he venido a ésta, habiéndoles dejado a ellos las provisiones necesarias para dos meses y medio (…) Pero (…) dejaron de trabajar consumiendo todas las provisiones más una suma de dinero que me pidieron por cable (…) si no tengo resultado convenible para la empresa, me comprometía a embarcarlos para La Guaira como lo he hecho siempre con esta misma gente (…) Jamás he tenido contrato con ellos de ninguna especie por la circunstancia que son trabajadores míos desde hace más de veinte años y que no tienen otra manera de pagar sino cuando se presenta la ocasión de emplearlos como lo he hecho siempre en mis empresas dentro y fuera del país.





Las notas del diario de Mercedes Alfonzo


Finalmente, por las diligencias del gobierno venezolano a través de la vía diplomática y consular, se pudo retornar a los marinos a su patria. Estos margariteños arribaron a Margarita en la víspera del día de la Virgen del Valle, el 7 de septiembre de 1935 y de forma inmediata le escribieron al presidente, General Juan Vicente Gómez, agradeciéndole su apoyo incondicional. 



"… El 20 de julio salimos de Massaua en el vapor italiano "Giuseppi Mazzini", llegando a Puerto Sudán el 21; a Suez el 23 a las 11 de la noche. El siguiente 24 salimos de Suez, a través del Canal, a las 5 y 10 de la mañana llegando a Puerto Said el mismo día a la tarde. Salimos de Port Said a las ocho de la noche y el 26 recorríamos las costas de Grecia. Contemplamos el 27 en la noche, sobrecogidos, el soberbio espectáculo del Volcán de Sicilia: el Etna en plena erupción. Llegamos a Nápoles el 28 en la mañana. Y tuvimos otra gran emoción contemplando el Vesubio. Pasamos por Livorno y el 29 llegamos a Génova. Fuimos recibidos por nuestro Cónsul Don Julio Garmendia, quien inmediatamente participó nuestra llegada al Ministro en Roma, nuestro compañero, Miguel Fernández, fue seguidamente a Roma, regresando en compañía del Secretario de la Legación, señor Casas Briseño. El 16 de agosto fue la techa en que zarpamos de Génova en el "Virgilio". Como estrella de esperanza nos acompañó en todos los minutos la imagen de la Virgen del Valle, e hizo el milagro de que pisáramos tierra en nuestra querida isla el día de la víspera de sus festividades gloriosas…"



Cada uno de los marinos de esta historia de leyenda salió de la isla de Margarita con un sueño y un enfoque de un mundo totalmente desconocido para ellos. La visión que tenían y las circunstancias que los rodearon fueron cambiando durante la larga travesía convirtiendo ese sueño en una pesadilla, y cuando finalmente se asumen estafados y exiliados en tierras remotas, invocaron el carácter indómito, la fortaleza y la tenacidad que tenían sus antepasados aborígenes, los “pescadores de perlas”, a quienes otrora, el mundo entero les dio la deferencia de ser los mejores y los más aptos para la faena. 



Leticia Rojas


ALGUNOS DATOS CURIOSOS

La perla más grande encontrada en nuestras costas margariteñas de las que se tenga registro (año 1921) pesó aproximadamente 40 gramos, fue extraída por el buzo José Gutiérrez, trabajador del empresario Juan José Ávila, quien la obsequió al presidente de Venezuela, general Juan Vicente Gómez.

El gran comerciante de perlas francés Leonard Rosenthal, que hizo una formidable fortuna con las perlas de Nueva Esparta, escribió varios libros en torno al tema perlífero; en uno titulado El Reino de la Perla, nos comenta que también las conchas de nácar se vendían, aunque a un precio más bajo que también fluctuaba junto al precio de la perla; dicho dato puede ser corroborado gracias a la información de la producción de perlas de 1902-1903, en la que diez mil kilos de conchas de nácar, solamente produjeron 1.000,00 bolívares de ganancias. Y entre 1903-1904, trescientos cuarenta mil novecientos cincuenta y cinco kilos de conchas de nácar produjeron 10.592,00 bolívares. 

En 1908 ciento diez mil cuarenta y tres kilos de conchas de nácar obtuvieron una ganancia de 2.459,00 bolívares. 

En varias oportunidades las perlas y las conchas salieron directamente desde Margarita hasta Europa o los Estados Unidos; como en 1909, que una carga despachada en el vapor alemán “Croatia”, desde Pampatar hacia Hamburgo, de mil novecientos veinte y tres sacos de conchas de nácar, se valoró en 1.905,00 bolívares. 

Los puertos por los que salían los embarques de perlas y conchas de nácar eran La Guaira, Pampatar y Carúpano, siendo el primero el más importante de ellos. También salían por Puerto Cabello y Puerto Sucre, aunque en menos cantidad.

(Fuente: Los buscadores de Perlas, de Grecia Salazar Bravo)


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