A LA REINA BEATRIZ DE HOLANDA LE GUSTAN LAS CARAOTAS CON SU TOQUE DULZÓN Y MUCHO AJÍ MARGARITEÑO
Por Leticia Rojas Rivas
@PeriodismoDeLeyenda
¡Y a
mí también!... Fue lo primero que pensé cuando Luis Aníbal Gómez, margariteño de pura cepa, nos contaba
que él mismo se las preparó, por allá por los años ochenta, a la propia monarca holandesa en las cocinas del Palacio Huis ten Bosch en
la real ciudad de La Haya.
-Y de “ñapa”, mientras estuve allí cocinando
para la nobleza, les hice “Bienmesabe” de guanábana, de coco y de níspero…
Alucinaban con esos sabores intensos y exóticos.."
Y no nos extraña para nada, en esas gélidas latitudes nadie podría resistirse a tan deliciosos manjares. Así nos lo cuenta Luis Aníbal, mientras, entre café recién colado y unas polvorosas
divinas que hace su mamá, conversábamos de esa inolvidable experiencia que le
tocó vivir casi que por mera casualidades del destino.
“Nunca me habría esperado que por una “broma”
de un amigo llegaría a
estudiar para ser cocinero en Lyon, Francia”.
Y la
verdad es que esta historia cuenta con matices sorprendentes; de esas historias
que merecen ser contadas y compartidas porque, cosas así, no suceden frecuentemente
en la vida.
Luís Anibal Gómez. Fotografía de Eleonora Mata |
UN
PASATIEMPO QUE SURGE DE LA NECESIDAD
Aunque
la afición de Luis por la cocina le viene desde pequeño ya que su abuela
materna- según sus propias palabras- era quien “hacía los mejores desayunos del
mundo”, realmente comenzó a cocinar “en serio” por una cuestión de necesidad.
“Me fui a vivir a Caracas y allí ya no
estaban ni mi mamá ni mi abuela para prepararme la comida, entonces empecé a
cocinar para mí y para mis amigos, quienes eran mis principales entusiastas. Hacíamos reuniones casi todos los fines de
semana y yo era quien cocinaba”.
Al
cabo de unos años, Luis se regresó de nuevo a vivir a su Margarita natal. Ya graduado en Administración de Empresas,
unos amigos de Caracas, de esos que tanto elogiaron su sazón, vinieron a
Margarita y le pidieron que les cocinara de nuevo para recordar aquellos días
donde se reunían a disfrutar de un buen rato acompañado de buena comida.
Luis
nos cuenta que no había vuelto a cocinar desde hace algún tiempo y que quería
sorprender a sus amigos con algo distinto, algo que nunca les hubiese
preparado. Había comprado en el mercado
de Porlamar unos pargos medianos que estaban muy frescos, como era de esperar.
Mientras los terminaba de limpiar y deshuesar, tuvo la audaz idea de preparar
aquellos pescados de la forma más irreverente posible. Quería hacer algo
diferente a las recetas tradicionales y preparó una receta con una base de salsa
cremosa con tocineta y queso parmesano, una especie de salsa
Carbonara que luego iría al horno gratinado... ¡Qué sacrilegio!... ¡Eso no se le hace a un pargo fresco! Estarán pensando más de uno de ustedes,
queridos lectores... Y, efectivamente, eso NUNCA lo habrían hecho los cocineros más
conservadores, pero Luis Aníbal no se caracterizaba, precisamente, por ser uno de ellos.
LA
GRAN “SORPRESA” DE LUIS.
“Mis amigos se regresaron a Caracas
encantados con esta receta, porque la verdad fue todo un éxito." Nos continúa contando Luis Aníbal. "Uno de ellos, sin yo saberlo, me inscribió en
un concurso de cocina que organizaba la Revista Pandora, (publicación sabatina
que circulaba con el diario El
Nacional) junto con el Consulado de Francia en Caracas. A las pocas semanas recibí una llamada del
Hotel Tamanaco, informándome que el concurso de cocina en el que yo me había
inscrito con mi receta del “Pargo Sorpresa” se llevaría a cabo ese fin de
semana. Creo que mi amigo no pudo encontrar mejor nombre para mi receta… ¡La
sorpresa fue inmensa para mí!”
![]() |
El primer numero de la Revista Pandora. La revista siempre apostó por los temas y contenidos culinarios |
Cabe
destacar que para entonces formaba parte del jurado de aquél concurso, entre
otras ilustres personalidades de la actualidad gastronómica caraqueña, don Armando
Scannone, quien también había recién publicado su ultra-famoso y archiconocido libro rojo de recetas (1982). Armando Scannone también tenía una columna en la Revista Pandora, en la que escribió por más de diez años. Para ese entonces Caracas presumía de ser una de las principales
capitales gastronómicas del mundo. Eso
es indiscutible e innegable para quien pudo vivirlo y disfrutarlo.
Lo
cierto es que Luis Aníbal se presentó al concurso… ¿Qué podría perder? ...Se
divertiría un mundo cocinando y escandalizando a todos con su receta
irreverente. Llegó, cocinó su Pargo Sorpresa,
asombró hasta al mismísimo Scannone, rompió paradigmas en cuanto a la forma de
cocinar el pescado y… ¡Ganó!..
Luis
se hizo merecedor del primer premio que consistía, además de una cantidad en
metálico, en ir a estudiar a una de las más afamadas escuelas de cocina en
Francia (el Instituto Culinario de Lyon) y un tercer premio que era representar
a Venezuela en otro concurso gastronómico que se llevaría a cabo en la misma
localidad.
“En esa oportunidad volví a concursar con el mismo plato, pero
esta vez, y guardando relación con el primer concurso que me llevó hasta allí,
le cambiamos el nombre de “Pargo Sorpresa”
a “Pargo Pandora"…También hice una versión con salmón fresco, pero la receta con pargo es inmejorable."
En Lyon, Francia, Luís también ganó el primer premio con su "Pargo Pandora". Tuvo el privilegio
de dar algunas charlas y algunas clases de comida venezolana en esa
localidad y al ganar de nuevo, lo invitaron a participar en otro concurso,
esta vez en Holanda, donde una recién
coronada y "comelona" reina - S.A.R Beatriz de los Países Bajos- fue jurado de la competencia. Beatriz tuvo la oportunidad de saborear el platillo
de nuestro bienaventurado amigo. En esta
oportunidad, Luis Ganó el segundo puesto, pero se quedó un tiempo en palacio
dando muestra de su talento y preparando platillos con sabor a trópico y Mar Caribe. Fue entonces cuando La reina Beatriz le
confesó su gusto por nuestra sazón “dulce-picante”… la que utilizaba la abuela
de Luis y la que utilizaban todas nuestras abuelas orientales cuando aliñaban sus caraotas negras.
“El consulado de Francia en Caracas, hacía
las diligencias para que yo recibiera los ingredientes desde Venezuela mensualmente
y poder cocinar los platillos venezolanos. Yo también podía viajar con frecuencia
y llevarme de aquí los insumos que no se encontraban allá con facilidad. Era
una época distinta, próspera, de muchos recursos económicos y de talentos emergentes; de cooperación entre países, de
intercambios culturales…. Era otra vaina….”
Nos
dice Luis con un dejo de melancolía para terminarnos de relatar esta historia. La misma melancolía que nos invade cuando recordamos los gloriosos
días de un país que, otrora, se colaba y triunfaba en las mejores cocinas del
mundo… Este si que es UN PAÍS DE LEYENDA...
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