Se lanzaba desde la cubierta del ferry para pescar “un bolivita” y hoy es Capitán del Virgen del Valle II


Texto y fotos de Eleonora Mata M.
@PeriodismodeLeyenda
 
El Capitán del Virgen del Valle II en su Puesto de Mando y en plena faena de navegación

Hay cosas que marcan la vida para siempre, y en Punta de Piedras indefectiblemente sus habitantes están signados de una u otra manera, por el transitar de los ferrys entre Margarita y tierra firme. Pareciera que allí, en Punta de Piedra, el tiempo se ha detenido aunque ya no sean los mismos barcos los que atracan en la terminal, aquellos en los que corrió descalzo José Luis Lares, alias El Morocho, cada vez que llegaban cargados de turistas, para lanzarse seguidamente al mar desde cubierta y recoger con la boca las monedas de un bolívar.

¿Recordará alguien esta estampa? La bulla de los jovenzuelos que ingresaban a través de las cuerdas y en tropel al barco, con pantalones  largos o cortados y sin camisa­, morenitos todos, tostados todos, mojados todos.

En ese momento la emoción reinaba y era la mejor bienvenida que se le daba al turista, que se embelesaba con la destreza nadadora, con las piruetas y los saltos  de los nativos, que no dejaban escarpar ni una moneda.

De no poder ingresar al barco la muchachada nadaba a su alrededor mientras la embarcación atracaba, y a gritos pedían “el acostumbrado bolivita”, o desde la estructura del muelle con sus cuerpos brillantes de mar, levantaban las manos en señal de estar listos para el mejor de los clavados cuando llegaba el momento de ir tras la moneda que se sumergía con gran fuerza y rapidez.

Esta es parte de la historia popular de Punta de Piedras, el pueblo donde vivió la mujer  que le dio nombre al monumento natural de los dos cerros que fueron bautizados como "Las Teta de María Guevara", no se sabe a ciencia cierta si en honor a su voluptuosidad, o a su muy escasa manifestación en el cuerpo de aquella india guaiquerí a la que amó con frenesí Simón Marval, el marino.

Volviendo a la faena juvenil de atrapar monedas bajo el agua, tradición que por años marcó la llegada de cada ferry a Punta de Piedras, es importante resaltar, que la fiesta de clavados y el nado casi artístico de aquellos chicos, incluía también las ocasiones de partida de los barcos, donde por cierto, quizás ya por cansancio o por marcharse literalmente “limpios”, los turistas solían arrojar muchas menos monedas a la mar.

Esta estampa singular cumple por estos días un poco más de medio siglo, aunque ya hace por lo menos tres décadas que por razones de seguridad, fue prohibida.

La localidad de Punta de Piedras es la capital del Municipio Tubores, se encuentra a 5 metros de altitud en el lado sur de la Isla de Margarita, y se conecta por carretera – a través de la célebre y peligrosa autopista Juan Bautsita Arismendi- con las demás poblaciones, estimándose que en ella residen unos 15.000 habitantes.

En este pueblo nació José Luis Lares “El Morocho”, un muchacho como esos y un muchacho de esos, que a sus 10 u 11 años, vio como otros del pueblo parecidos a él, venían del muelle con las manos “llenas de real”.

-Fue entonces que junto a mi hermano –nos cuenta- nos pusimos hacer lo mismo sin que lo supieran en la casa. Era emocionante, recogíamos hasta 14 bolívares cada uno. Imagínate que éramos tan inocentes, que a veces nos lanzaban unos billetes verdes, y no los queríamos “porque esos eran malos”.

También cuenta El Morocho, que por un tiempo vendió en el muelle lápices y gomas de borrar de “Snoopy” a los turistas, quizás algo parecido a lo que vemos hoy cuando salimos de la isla por este medio, esas señoras vendiendo los paños de cocina o los señores con sus chocolates y galletas.

El ferry cambió para siempre la historia de Margarita; gracias a este medio de transporte la isla pasó de ser un territorio empobrecido y distante, a convertirse en uno de los polos económicos y turísticos más importantes de Venezuela.

-En una ocasión yo y mi hermano estábamos en el muelle listos para iniciar la faena de pesca de los bolivitas –nos narra con una bella sonrisa y una mirada transparente El Morocho- cuando fuimos sorprendidos por mi papá, quien a gritos y amenazas nos mandó para la casa.

Años más tarde y sin poderse desprender de esos días de infancia, José Luis Lares ingresó a estudiar en la Marina Mercante, en Catia La Mar; asegura que pudo hacerlo gracias al empujón que le dio una gran mujer de Punta de Piedras, la guachafitosa, trabajadora y líder popular Esther Gil.

-Yo la considero como una tía –dice- esa si era una mujer auténtica y comprometida con Punta de Piedras.

El Morocho todavía vive en Punta de Piedras, la ciudad donde nació, donde se crió, donde estudió. Hoy, ya no se tiene que lanzar desde el muelle, ahora es él quien atraca el ferry como Capitán del Buque Virgen del Valle II.

LOS ANCESTROS DE PUNTA DE PIEDRA Y SUS FERRYS
Cuenta el profesor Jesús Manuel Subero, que a mediando el siglo XVII, en 1660 para ser precisos, Juan de Betín levantó un mapa donde aparecía esta comunidad. Sin embargo, se sabe que casi siglo y medio antes, en julio de 1528, hubo un gran desplazamiento de vecinos de Cubagua que se instalaron allí permanentemente debido a las acciones de Diego Ingenios, quien al mando de un barco de corsarios franceses atacó al que era en ese momento el gran centro perlífero del mundo. Según el célebre margariteño, ésta fue la primera vez que un navío francés incursionó en las costas del oriente venezolano.

Por su parte los ferrys, representan el mejor ejemplo de lo que es capaz de construir y de echar a andar la empresa privada, ya que fue gracias a la iniciativa de emprendedores insulares que estos barcos comenzaron a navegar desde tierra firme y la isla a finales de los años 50:

Se crearon tres líneas de ferrys bastante seguidas;  Ferrymar, la primera, en 1957, de los hermanos Bartolo y Estílita Rojas. Más tarde  en 1959 surge Naviesca (Conferry a partir de 1970), de Fucho Tovar y otros accionistas. Un poco después, en 1960, surge Intumaca, de Licho Fermín, completando así la triada de esfuerzos de auténticos visionarios cuyos botes gigantes transportando carros, camiones, buses y gente, cambio para siempre la historia de Margarita.


Gracias a Jóse Luis por hacernos evocar esta historia #DeLeyenda
José Luis Lares alias "El Morocho" natural de Punta de PIedras.

El Morocho con el Jefe de Electricidad del Buque.














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