Mi semana con Margaux Hemingway en Margarita
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Margaux y Bernard |
Eleonora
Mata Mirabal
@PeriodismodeLeyenda
Basándome en la
deliciosa película “My Week with Marilyn”, en español “Mi semana con Marilyn”, film británico que narra episodios alrededor de
la realización de la película “El Príncipe y la Corista” protagonizado por
Marilyn Monroe y Laurence Olivier en
1957, en el cual se detalla la semana en la que Monroe fue escoltada por Colin
Clark -interpretado por el actor ganador del Oscar Eddie Redmayne-, después de
que su marido Arthur Miller, abandonara Gran Bretaña, comparto un episodio que
he guardado por más de 30 años, que me permitió conocer a la única estrella de Hollywood
a quien he podido tener a menos de un metro de distancia y de cuya repartición
de bienes tras el divorcio del director venezolano Bernard Foucher, fui testigo
en un apartamento de Porlamar.
Fue su segundo matrimonio y duró 6 años. La unión de Margaux con Foucher – director de cine francovenezolano-
finaliza en 1985, en ese entonces era
reportera de El Diario del Caribe, y conocí a este guapo caballero quien
hablaba de grandes proyectos de Disney Inc. para Margarita, incluyendo
Parques Temáticos, así como de la producción de largometrajes en los bellos
escenarios naturales de la isla.
Nada me hacia suponer que estas conversaciones con el
cineasta, eran ya el presagio de otras historias que estaban desarrollándose en
paralelo, y que culminaron con mi experiencia de conocer a Hemingway en la
Bahía de Juan Griego, en la Marina del Hotel Concorde, y en el apartamento de
un singular empresario en Porlamar.
Por esos mismos días conozco en la redacción del diario que
conducían Mario Pelaez Lomabana y Rafael Tovar, a una alta ejecutiva del Banco
Consolidado, quien realizaba una interesante gira en Margarita, lugar que por
cierto era regularmente seleccionado para efectuar grandes lanzamientos de
productos, como fue incluso por esos días la presentación del automóvil Sierra
de Ford, que debutó para toda América Latina, en la ciudad de Porlamar.
Esta señora, vicepresidenta del Banco Consolidado del área de
Mercadeo y cuyo nombre no recuerdo, estaba promocionando “un nuevo producto
financiero” basado en una tarjeta de plástico para realizar el pago de consumos,
de forma similar a una tarjeta de crédito, pero tomando los fondos del titular
de la cuenta. Le expresé en ese momento en el marco de una conversación
informal, “que además de no entender claramente el propósito de lo que estaba
intentando introducir al mercado, esta idea me lucía descabellada y me daba
gran desconfianza”. Era el nacimiento en el país de las tarjetas de débito.
Pues es fin, fueron varios encuentros con esta ejecutiva, a
quien además de apoyar en su propósito de “PR” o Relaciones Públicas, introduje
con otros colegas y medios. Quedó muy agradecida, y antes de macharse me
ofreció que en retribución a mi apoyo, muy pronto tendría de ella una primicia
que me entregaría de forma exclusiva.
Pasaron los días, continuó el ajetreo informativo, y a mí
esto se me olvidó. Unos meses más tarde, no muchos, una tarde cualquiera en la
redacción, aproximadamente a las 2:00 pm., recibo una llamada de esta ejecutiva.
Recordemos que en eses entonces no había teléfonos celulares, se escribía a
máquina, se revelaban las fotos, y se
montaba el periódico sobre una maqueta de papel. El Diario del Caribe era la
única rotativa de ese entonces en Margarita, y gozaba del mayor tiraje en todo
el estado.
-Vete ya a la Bahía de Juan Griego –me dijo por teléfono- que
allí te están esperando. Es la noticia de la que te hablé, y la primicia te la
estoy dando a ti.
En media hora estaba junto al fotógrafo en el sitio, y nos
montaron en un peñero que buscaba acercarnos, mejor dicho, que comenzó a
perseguir un bello y espectacular velero en el cual podía observar a lo lejos, que
había gran cantidad de personas y un señor con una bandana tras una enorme cámara
de cine.
El peñero se acercaba al velero, no entendía claramente de
qué se trataba el asunto, hasta que logré divisar a una mujer que por entonces
sólo había visto en revistas, en el cine, y en la televisión. Muy alta, con un ropaje
blanco vaporoso, su cabello dorado mojado a ras del cuello, riéndose de la simpatía
escena que estaba presenciando.
Una chama de 24 años con un fotógrafo en un peñero que
perseguía al velero, giraba alrededor de éste, y sacaba de sus casillas al
director del comercial, el señor Franco Rubartelli.
Creo que ha sido la única vez de mi carrera en la que fui literalmente
una paparazi. Rubartelli enfadado nos había señas para que nos fuéramos del lugar,
pero entendió que no lo haríamos tan fácil. No le quedó otro camino que
negociar con esta reportera, e invitarme para la sesión de filmación del día
siguiente en la Marina del Concorde. Allí estuve puntual, y fui testigo presencial
de una Margaux que ya daba clara señales de deterioro físico y emocional.
Rubartelli lucía cansado y exasperado. Repetía la toma una y
otra vez. La escena, una mujer salía del agua y preguntaba a cámara con acento norteamericano
“Usted me reconoce”…..El comercial en
desarrollo formaba parte de la Campaña Mundial de la tarjeta de crédito American
Express.
-Me tiene harto –me confesó el reconocido director estrella
de comerciales-, está borracha.
Quiero enfatizar que de esto, es la primera vez que escribo y
hablo públicamente. Obviamente la actriz de Hollywood no lucía normal. Cada vez
que se repetía la toma y salía del agua, se burlaba de hablar en español…….. “Usted me reconoce”, terminaba la frase y reía
incluso de forma vulgar. A mi corta edad me parecía casi una pesadilla lo que
estaba presenciando, pues fue un shock ver a una mujer tan famosa, bella e hija
de un connotado escritor ganador del Nobel de Literatura (1954), en un estado
de evidente desequilibrio y peor aún, en una de las repeticiones la actriz
delante de todo el staff, incluyéndome, se sopló la nariz con fuerza y expulsó
sus fluidos en las aguas del mar.
Tuve mi primicia, vi a la actriz a un metro de distancia,
tenía cierto sobrepeso, y trabajaba con gran desinterés. La historia apenas
estaba comenzando.
A los pocos días, una noche temprano, un “empresario
informante y amigo”, que incluso me prestó su automóvil Sierra último modelo
para que lo manejara a lo largo de la avenida Juan Bautista Arismendi, me
invitó a su casa:
-Sabes que Margaux y Bernard se están divorciando –me dijo-.
Van a conversar aquí en mi apartamento para finiquitar unos acuerdos de la
repartición de bienes.
Efectivamente había leído algo en las revistas de farándula
del momento, pero nunca pensé que sería una testigo de este hecho.
Al poco rato llegó al lugar el director de cine Bernard Foucher.
Tostado por el sol, delgado y con su cabello rubio muy bien peinado, me saludó
de forma cordial, pero había tristeza en su mirada.
En lugar era lujoso, la luz tenue y una delicada música
sonaba al fondo. El empresario me indicó que ya era el momento de marcharme
pues estaba por llegar Margaux, y él había cedido el espacio para que la pareja
hablara a solas. “Son pendejadas las que se van a repartir –me confesó- unos
libros, unos discos y un equipo de sonido. Ella quiere que se los devuelva”.
Acompañada del “empresario informante y amigo” abandoné el
apartamento de Porlamar, justo al momento en que llegaba la actriz. Fue la tercera
vez que la vía en esa semana. Por primera vez realmente parecía una estrella de
cine; estaba serena, elegantemente vestida, lucía sobria y descansada. No supe
más nada, sólo que 10 años más tarde, la mujer también se quitaba la vida, tal
y como lo hizo Maryling Monroe.
Dice Wikipedia de esta actriz norteamericana nieta de uno de
los escritores más significativos del siglo XX, que ella, Margot Louise
Hemingway, nació en Portland (Oregón), y fue la hermana mayor de la actriz
Mariel Hemingway y nieta del escritor Ernest Hemingway. Cuando se enteró de que
fue bautizada como el vino Château Margaux, que sus padres Puck y Jack
Hemingway (hijo mayor de Ernest), estaban bebiendo la noche en que fue
concebida, cambió la ortografía original de 'Margot' a 'Margaux' para hacerlos
coincidir. Creció en la granja de su abuelo en Ketchum, Idaho. Luchó con diversos
trastornos, además de alcoholismo, incluyendo la bulimia y la epilepsia. Debido
a la dislexia, no leyó muchos de los libros que su famoso abuelo escribió.
Después de su primer matrimonio, Hemingway se casó con
Bernard Foucher y vivió en París durante un año. Ella también se divorció de él
en 1985 después de seis años de matrimonio. Al igual que su abuelo, experimentó
ataques ocasionales de depresión clínica durante toda su vida. Después de un
accidente de esquí en 1984, ganó 75 libras y se hizo más y más deprimida. En
1987, se registró en el Centro de Rehabilitación Betty Ford.
Hemingway apareció en la portada de Playboy en mayo de 1990 y
le pidió a la revista contratar a Selig, su primer marido, como director creativo
para la portada. El 1 de julio de 1996, un día antes del aniversario del propio
suicidio de su abuelo, Margaux Hemingway fue encontrada muerta en su
apartamento en Santa Mónica, a los 42 años. Ella había tomado una sobredosis de
fenobarbital.
El comercial para televisión de la tarjeta de crédito
American Express protagonizado por Margaux Hemingway en la isla de Margarita,
fue producido y transmitido en Venezuela en 1986.
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Rubartelli el cineasta siempre vinculado a Margarita, desde su Película Simplicio hasta su casa en Los Ranchos de Chana. |
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El Director de grandes comerciales Franco Rubartelli. |
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Un fotograma del comercial de Hemingway, veanlo en YouTube completo. |
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Una historia de amor. |
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Foucher y Hemingway. |
Escribes hija después nieta que persegistes un barco que se divorcia a o hacían reparticiones de bienes para empezar haces tu mojón como una historia increíble mentiras a Margoux siempre llego al viejo muelle no había celulares se desnudo frente a todos 3 veces yo la vi mi primera vez en pelota contrataron muchas persona cambiaron mucho yo y juan Rodríguez al final nos incluyeron se cambio el contenido su antepenúltima pareja un venezolano de allí su español siempre combersar a conmigo no se emborracha a como escribes tu se droga a solo con mariguana yo compartí la cena con los ejecutivos de americano exprés en el viejo muelle puedes preguntarle a Roberto y Yajaira de Ardilla yo compartí 4 meces con Margoux y me quiso llevar a N. Y. TENGO UNA NOVELA ESCRITA YO SI VIVÍ ME ACOSTÉ Y NOS DISFRUTAMOS
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