LA SALUD HUMANA: LOS LÍMITES DE LA MAGIA Y LA CIENCIA

Del curso de milagros, el yoga o las constelaciones familiares, a la meditación y el coaching, toda una efervescencia de tendencias de corte espiritual y de búsqueda interior que tratan de encontrar respuestas en la Margarita del Siglo XXI.

Por Ana Requena
@PeriodismodeLeyenda



En la permanente e interminable búsqueda para alcanzar por todos los medios posibles e imaginables la salud física y mental, han participado a lo largo de nuestra evolución como seres humanos desde chamanes, magos, filósofos, profetas, eruditos y predicadores, hasta profesionales de distintas disciplinas orientados a la rigurosa práctica científica. Este conjunto de formas de abordar la consecución del bienestar así como el tratamiento de las enfermedades y trastornos, ha sido afrontado desde principalmente tres enfoques básicos: la búsqueda de la omnipotencia a través de la magia; el enfrentamiento del problema de la salvación del alma y cuerpo mediante la religión; y la orientación dirigida tanto a conocer como a dominar los aspectos físicos y/o mentales que inciden en  los estados de salud y sus alteraciones por medio de la ciencia.

Este escrito no pretende hacer una apología de la primacía de la ciencia sobre las otras vías de conectarse con el problema de la salud humana, incluso, se defiende a ultranza el derecho de cada quien a utilizar aquellas herramientas que favorezcan su bienestar. No obstante, lo que se procura es hacer un llamado de atención sobre los límites, realidades y excesos de estos enfoques. 

Todas estas rutas tienen el mismo objetivo: proveer medios y herramientas para promover la salud del ser humano, sin embargo, la existencia simultánea de sociedades en diversas etapas de desarrollo, en nuestro mundo actual o en el primitivo, ha permitido que concurran en un mismo tiempo, formas de pensamiento y actuación en los en los cuales se mezclan lo mágico con lo religioso y, la pseudociencia con la ciencia, en diferentes proporciones. El pensamiento mágico ha acompañado a la humanidad desde el principio de los tiempos. Tenemos una tendencia natural a establecer relaciones de causa y efecto sin comprobarlas de modo lógico; esta predisposición es muy marcada en la infancia y se mantiene si el contexto en el que nos encontramos lo promueve, como ha sucedido en muchas culturas.

Incluso en tiempos de gran convulsión, incertidumbre e inestabilidad, esta fusión e interconexión de realidad, magia y ciencia, se expresa como mecanismo escapista utilitario a través del cual el cuerpo y el espíritu del ser, buscan sobreponerse a la propia realidad. Sumado a lo anterior, la situación de alta desigualdad en la distribución de los recursos básicos para la subsistencia, es un problema que en nuestros días favorece la búsqueda de soluciones alternativas antes que la adecuada utilización del pensamiento funcional para la resolución o el afrontamiento positivo de la vida.

Es así como en pleno siglo XXI, acompañando a los más extraordinarios avances científicos para el abordaje del tema de la salud mental y física como la medicina nuclear, la utilización de células madre, la psiconcología o la psiconeuroinmunología, encontramos el desarrollo de disciplinas que aunque carecen de respaldo científico, son utilizadas cada vez por más y más personas, algunas veces como apoyo a la medicina o la psicología, y otras como sustituto total de estas ciencias.

Se pueden diferenciar al menos tres grupos de estas alternativas terapéuticas. Por una parte, se encuentran disciplinas y técnicas derivadas de la medicina oriental e hinduista como la acupuntura, la meditación y el yoga, por ejemplo, las cuales han sido cada vez más integrada a la práctica terapéutica occidental, siendo respaldado su uso por múltiples estudios. En segundo lugar, se encuentran los desarrollos ligados al ejercicio  de la espiritualidad, donde se ubican el curso de milagros, la búsqueda del secreto y la investigación filosófica, entre otras decenas de ritos. Por último, destacan las técnicas que denomino de “collage” donde derivándose de herramientas desarrolladas en el ámbito empresarial o deportivo, se implementan una serie de principios universales que no pueden ser ni demostrados ni debatidos, al entendimiento de los procesos de salud mental y física. Allí se encuentran tecnologías como el PNL y el coaching de cualquiera de sus tipos, cuyo uso es válido en contextos específicos y no como la panacea mundial que se pretende hacer creer.


Reflexionemos pues sobre la forma en la cual permitimos y utilizamos estas diferentes maneras de entender y perseguir la salud humana. Tal vez exista más de una coincidencia que no somos capaces de visualizar en el cambio de paradigma para el abordaje científico que ocurre en la actualidad. Negarse mutuamente no parece ser la solución más inteligente, así como tampoco aceptarse sin cuestionamientos. Desde mi parecer, la invitación es a intentar comprender al ser humano en sus dimensiones lógicas, físicas, sociales y espirituales, un reto sin duda ambicioso.
En pleno siglo XXI encontramos el desarrollo de disciplinas que aunque carecen de respaldo científico, son utilizadas cada vez por más y más personas, algunas veces como apoyo a la medicina o la psicología, y otras como sustituto total de estas ciencias


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