Augusto Acosta y el mágico viaje del Pez Astral

EMILIA MARCANO QUIJADA.
@PeriodismoDeLeyenda.
Fotos de Álvaro Terren Luna 

El amanecer en la costa de Bella Vista se detiene a contemplar los preparativos del viaje. La escultura, pez inquieto y erguido, sólido, majestuoso, nacido del hierro, soldaduras y líneas sin fin, proyecta su cuerpo hacia arriba mientras mira al sur, al universo cuajado de estrellas.

Cuatro toneladas de arte le dan forma al coloso insular. Su tamaño solo es comparable a su belleza, más no lo limita; su actitud es la de un conquistador de nuevos mundos, listo a zarpar a las profundidades del cosmos. El mar ya no puede contenerle.

Complacido, trepado en su lomo cual jinete de constelaciones lejanas, el Vulcano de la escultura da los toques finales a la primera estación del viaje de su más reciente creación: EL PEZ ASTRAL, hijo del mar de Margarita, obra excelsa del escultor Augusto Acosta. Un derroche de arte a orillas del mar que pronto verá la siguiente etapa de su viaje en su instalación definitiva en Playa El Agua.

El pez invita a la contemplación de forma inevitable. Seduce y electriza su postura, su actitud de ascenso sin temor hacia lo desconocido. El océano ya no es suficiente y es necesario partir, emprender, subir, lograr, romper las bridas que lo sujetan a la tierra y al lecho marino que hasta hace poco fuera su único hogar; el deseo de ir en búsqueda de sus orígenes cósmicos lo obsesiona, la lucha por ascender lo sostiene, el tiempo es su gran aliado, la vía láctea lo espera con los brazos abiertos, el arte lo custodia.

Hay en el cuerpo del pez astral una rambla de líneas y círculos conectados entre sí, que sugieren la existencia de universos paralelos y sistemas estelares que viven y palpitan en cada uno de nosotros. Es la profundidad de cada unión hecha de magma, sudor y desvelos, la que nos muestra una verdad de trascendencia universal: Somos espacios propios dentro del gran espacio de la vida y el universo. Somos universos particulares en un todo conectado a cada individuo, motor y génesis de cada lucha por trascender y progresar, hacedores de cada destino y cada sueño realizable.

El pez mira hacia la victoria que prometen las tierras siderales. Su despegue, trayecto y llegada al espacio es inevitable. Su empeño por ir más allá es su razón de vida y su mayor desafío. El mar estará allí para recibirle de vuelta, el cielo y las galaxias por conocer, lo aguardan.

No hay límites para soñar en la gran empresa por lograr lo imposible. El pez astral es el vivo retrato de la voluntad humana. Rebelde, creador, talentoso y desafiante, se alista a romper paradigmas, explorar nuevos mundos, ir más allá. Nada ni nadie lo detendrá.

Es la luz, sobreponiéndose triunfal ante las sombras.
 
Desde las propias entrañas del Pez Astral el escultor emerge y se hace obra en su conjunto.

El único Pez de la tierra que será echado a la mar.

El escultor Augusto Acosta y su obra de gran formato próxima a fundirse en el paisaje marino de Playa El Agua.

Cuatro toneladas de hierro convertidas en arte.


El arte cumpliendo su propósito transformado en mensaje para convivir por los siglos de los siglos.




Comentarios

  1. La pluma de una poeta-escritora sensibilazada con el significado de la pluralidad y la diversidad artística. Reconociendo las virtudes y la creatividad de un artista como Augusto Acosta, dedicado al arte de la escultura.
    Chuo Rengel.

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    1. Querido Chuito, mil gracias por tu comentario. Augusto merece el reconocimiento de nuestra tierra, porque durante más de 40 años no ha hecho otra cosa que mostrar en su arte todo su amor por Nueva Esparta.

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