SEÑORA DE MIS POEMAS
Por la Virgen Del Valle tuve siempre una devoción del tamaño
de mi familia: grande, prolija y honesta. Si alguna cosa fue trascendente y perdurable
en el día a día de mi casa, era su presencia y compañía. Nunca andábamos solos,
la Virgen nos acompañó y formó parte del hogar.
La
poesía no fue menos en esa intrincada senda de aciertos, errores y obstáculos
que es el vivir. Mi travesía por las calles en años de alcohol, delito, abusos
y ceguera, me mostró que la fe no nos abandona aún en las circunstancias más
penosas. El poder que encierra la figura maternal y llena de amor de la Virgen
Del Valle, es real. El tiempo de mi estadía en la indigencia terminó cuando
decidí cambiar mi destino y le di la espalda a una muerte segura en las calles
a cambio de un presente digno, dedicada de lleno a la creación literaria, y lo aseguro:
la Virgen, su amor y su solidaridad, tiene sus manos metidas en el viaje que me
tocó emprender para convertirme, de adicta y delincuente, en una mujer sana que
ama escribir. En todo esto ganó la poesía.
Mi
natural impulsividad me hace reaccionar con rabia ante los problemas y las
piedras con las que tropiezo. Muchas veces me quejo y me lleno de desesperanza.
Son muchos los momentos donde he querido soltarlo todo y dejar de escribir,
dejar de luchar, dejar de soñar, dejar de crecer, dejar que las nubes pasen y
mi vida pase en medio de horóscopos dantescos y augurios fatalistas, pero no;
la magnánima señora de mis poemas no me permite naufragar en tan oscuros mares llenos
de derrota, oscuridad y pena; ella se ensancha, se ilumina, se materializa
y toma el mando de mi corazón y todos sus latidos, de mi deber ser. Ella es un
peñero en medio de las olas rompiendo tristezas, quebrando dudas y llevándome a
la blanca orilla de la sensatez y la confianza.
Mi
poesía -siempre lo he sabido- surge a la luz del mundo gracias a ella: La
Virgen Del Valle, la Virgen del oriente. Madre, amiga, compañera fiel, lealtad
sin límites, amor inconmensurable, canción y poema, voz en la reflexión, musa
de tantos versos con los que he querido demostrarle mi agradecimiento por
haberme dado fuerzas para recuperar mi vida y hacer de mi trabajo poético un
acto de amor hacia ella. Por eso la he llamado siempre la Señora de mis poemas,
y es verdad. Soy afortunada de haber contado con dos madres tan queridas: la que me
trajo al mundo y la que me sostiene en el mundo. La Virgen Del Valle, la señora
de todos mis poemas.
EMQ.
@Periodismodeleyenda
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Virgen Del Valle Marinera. |
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