LO INNECESARIO DE TENER LA RAZÓN
¿Para qué sirve tener la razón?
Si hablamos de la discusión y explicación teórica o académica de problemáticas específicas, pareciera que valdría la pena tener la razón en las cosas que hacemos y decidimos, en función de hacer bien las cosas. Sin embargo, en nuestro mundo de relaciones personales, en el día a día, tener la razón no sirve para nada constructivo o positivo.
De acuerdo a los estudiosos de la escuela de la percepción y de la programación neurolingüística entre otros, podríamos afirmar que cada cabeza es un mundo. Es decir, en nuestra mente cada uno de nosotros construye, en base al aprendizaje cotidiano, su propio, exclusivo e irrepetible mapa de la realidad. De esta forma, todos tenemos la razón y, a su vez, nadie la tiene;principalmente en el ámbito afectivo.
Si las miramos de cerca, las discusiones que se presentan con los miembros de nuestra familia, un amigo, compañero de trabajo o nuestra pareja por cualquier desacuerdo, no se solucionan dándole la razón a nadie, los conflictos se resuelven a través de procesos de toma de decisión, de la disposición al cambio, nunca porque alguien tenga la razón. Si yo creo que es negro mientras que tu afirmas que es blanco y nos centramos en tratar de convencernos, se trancará el juego comunicativo, a menos que asumamos que los dos vemos colores diferentes, respetemos el color del otro y busquemos alternativas o puntos de encuentro de ser necesario.
Por otra parte, el querer tener la razón en todo momento, es muy absurdo y emocionalmente agotador. Por lo general, se asocia a la necesidad de controlar al otro, de la creencia de que el otro si no me da la razón no me quiere, o no me respeta o no me acepta. Nada más lejano de la realidad. Simplemente opina distinto, lo ve distinto, se siente diferente y está en todo su derecho de hacerlo.
Así que, cuando te enfrasques en discusiones estériles sobre quien tiene la razón, detente, piensa un poco y luego busca puntos de encuentro, eso abrirá a la solución y disminuirá la tensión emocional innecesaria. Permítete plantear u ofrecer soluciones, no cuestionamientos. Recuerda que aunque creas que el otro está equivocado, eso no lo hace menos inteligente o menos persona que tú.
Ana Requena
@PeriodismodeLeyenda
Si hablamos de la discusión y explicación teórica o académica de problemáticas específicas, pareciera que valdría la pena tener la razón en las cosas que hacemos y decidimos, en función de hacer bien las cosas. Sin embargo, en nuestro mundo de relaciones personales, en el día a día, tener la razón no sirve para nada constructivo o positivo.
De acuerdo a los estudiosos de la escuela de la percepción y de la programación neurolingüística entre otros, podríamos afirmar que cada cabeza es un mundo. Es decir, en nuestra mente cada uno de nosotros construye, en base al aprendizaje cotidiano, su propio, exclusivo e irrepetible mapa de la realidad. De esta forma, todos tenemos la razón y, a su vez, nadie la tiene;principalmente en el ámbito afectivo.
Si las miramos de cerca, las discusiones que se presentan con los miembros de nuestra familia, un amigo, compañero de trabajo o nuestra pareja por cualquier desacuerdo, no se solucionan dándole la razón a nadie, los conflictos se resuelven a través de procesos de toma de decisión, de la disposición al cambio, nunca porque alguien tenga la razón. Si yo creo que es negro mientras que tu afirmas que es blanco y nos centramos en tratar de convencernos, se trancará el juego comunicativo, a menos que asumamos que los dos vemos colores diferentes, respetemos el color del otro y busquemos alternativas o puntos de encuentro de ser necesario.
Por otra parte, el querer tener la razón en todo momento, es muy absurdo y emocionalmente agotador. Por lo general, se asocia a la necesidad de controlar al otro, de la creencia de que el otro si no me da la razón no me quiere, o no me respeta o no me acepta. Nada más lejano de la realidad. Simplemente opina distinto, lo ve distinto, se siente diferente y está en todo su derecho de hacerlo.
Así que, cuando te enfrasques en discusiones estériles sobre quien tiene la razón, detente, piensa un poco y luego busca puntos de encuentro, eso abrirá a la solución y disminuirá la tensión emocional innecesaria. Permítete plantear u ofrecer soluciones, no cuestionamientos. Recuerda que aunque creas que el otro está equivocado, eso no lo hace menos inteligente o menos persona que tú.
Ana Requena
@PeriodismodeLeyenda
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