La historia de un venezolano al que el huracán Harvey le destrozó la casa
Por Diego Vega Mata
#Periodista de Leyenda en Formación
El venezolano Daniel Urbina,
oriundo de Caracas, se encontraba en Canadá por cuestiones de trabajo, viaje
que en teoría duraría una semana para luego volver a Houston, Texas que es su
lugar de residencia. El huracán Harvey arremetió contra esa ciudad con vientos
de más de 200 km/h. No pudo regresar según lo planeado debido a las
suspensiones de vuelo hasta el jueves 31 de agosto, cuando llegó para ver su
casa, esta se encontraba totalmente devastada.
“Cuando llegamos el jueves
tratamos de avanzar con la limpieza exterior, al día siguiente, para mi
sorpresa teníamos a 17 gringos ayudándonos a demoler paredes de la casa en el
primer piso. Fue increíble ver el lado amable de esa gente, aunque los latinos
digan que son fríos no importaba si eran republicanos o demócratas, todos los
vecinos se ayudaban.”
El nivel de agua que alcanzó
Eldridge Street (calle donde vive el afectado) se debió a que Reservoirs de
Barker y Adiccks, que son áreas verdes irónicamente creadas para evitar el
desbordamiento de agua en zonas residenciales y comerciales, tuvieron que ser
abiertas y desbordadas intencionalmente por miembros e ingenieros del ejército
para evitar daños mayores a los que se evidenciaron por ésta decisión.
“Vivimos muy cerca de un
reservoir que fue abierto para que no afectara a más gente de la que se vio
afectada, aun así unas 100 mil personas de Houston vieron sus viviendas
afectadas por casi un metro de agua en las calles.”
Daniel Urbina llega a Estados
Unidos en el 2001, después de estudiar un tiempo en la Universidad
Metropolitana, recibe una beca por jugar futbol en Bloomsburg University of
Pennsylvania, donde estudió business hasta el 2006.
Con estudios menores en marketing
y una maestría en tecnología estructural, Urbina se gradúa con honores y se
traslada ese año a Houston, Texas para desempeñar una pasantía que le
ofrecieron en el momento. Allí conoce a su esposa Melissa, quien es ciudadana
americana y tienen una hija que llaman Elena. Daniel empieza a echar raíces en
el estado texano.
Comienza a desarrollarse
profesionalmente en la distribución de químicos y su manufactura, diversificando
un poco su área de estudio. Desarrolló una afinidad por el área ya que tras
casi una década se mantiene en la misma, ahora en el departamento de licencia
de data de la compañía petroquímica ICIS.
El gobierno estatal, a partir de
su programa FEMA (Agencia Federal para la Gestión de Emergencias) se encargó de
suplir casas inundadas por estadías en hoteles para los afectados y aunque se
aprecia la buena intención, la cantidad de gente hizo del proceso algo caótico.
“Nos movieron a un hotel que
estaba a tres horas de mi trabajo, lo cual fue inconveniente claro, pero el
gobierno respondió. Nos han movido tres veces a distintos hoteles, en éste he
visto gente de todas las edades y razas, muchos asiáticos. Impresionante la
cantidad de gente.”
Daniel Urbina se plantea la
posibilidad de vivir una situación como esta en Venezuela, estableciendo el
paralelismo entre la preparación del gobierno americano vs la falta de la misma
de parte del venezolano.
“Aquí la respuesta fue rápida. La
construcción es distinta y preparada para desastres, en Venezuela hay menos
regulaciones y definitivamente la pérdida sería mayor, tanto en bienes como
personas”
Aun así, Daniel y su familia
tienen una fecha límite para su estadía en el hotel, y se preocupan por la
respuesta del gobierno ante el desastre. Ha escuchado personas que le responden
por 2 o 3 mil dólares por el daño total, monto que no empieza ni a cubrir las
necesidades totales de los afectados.
“Sólo reparar el aire
acondicionado me costó mil dólares y tuve suerte de que era alguien conocido,
de lo contrario me hubiera salido en cinco mil. Cómo tuvimos que demoler
paredes eso costará unos 16 mil dólares, también perdí muchos muebles, la
lavadora, secadora, todo se llenó de agua, creo que saldrá en unos 25 mil
dólares.
Yo no tenía seguro de inundación
por lo que los gastos corren por mi cuenta, y debo 100 mil dólares en hipoteca”.
El programa FEMA se puede tardar
dos meses o dos años en responder por los gastos. Es incierto para los
afectados.
Daniel cuenta que emocionalmente
el golpe es importante, nos dice que lidiar con la frustración es un reto.
“Lo más fuerte para mi fue llegar
con mi hija y ver la casa devastada, me abrazaba y preguntaba porque había
perdido todas sus cosas (juguetes, etc.). ¿Que le podía decir?
Se me aguan los ojos sólo de
pensar en el momento. Ahora dormimos los tres en una cama, es definitivamente
muy difícil para nosotros.”
Por la situación que viven tantos
en Texas y Louisiana, el gobierno venezolano ofreció por medio de CITGO 5
millones de dólares para los afectados. Daniel Urbina declara no haber
percibido ni un centavo de esa ayuda, aunque no desestima recibirla.
“No he contactado el consulado
venezolano (ubicado en Houston) ni ellos a mi, me gustaría contar con esa ayuda
pero no he escuchado ningún venezolano que haya sido participe. Es más, me
encantaría recibir alguna ayuda, apartando el tema político.”
También el venezolano recibió
otras ayudas, de las cuales se mostró aprehensivo al principio y después las
aceptó cómo lo que eran: una mano amiga tendida en un momento de dificultad. “Mi amigo Leopoldo Bello,
compañero de estudios en mi colegio en Caracas (San Ignacio de Loyola), me creo
un GoFundMe para levantar fondos que ayuden a mi familia. Al principio me dio vergüenza,
soy un hombre acostumbrado a trabajar por lo que necesito y no pedir nada, pero
mis allegados me han hecho entender que es algo que le puede pasar a cualquiera
y que todos necesitamos ayuda en algún punto. Ahora estoy eternamente
agradecido con mis familiares y amigos, Leopoldo hasta colaboró con mi hija en
sus útiles escolares que la inundación afectó. Le puso una sonrisa en el
rostro.”
A pesar de los momentos
difíciles, la víctima del desastre natural concluye en un momento de
aprendizaje y cómo lo ha ayudado a evolucionar como persona.
Los traumas en personas
emocionalmente estables, tienden a convertirse en experiencias de aprendizaje y
superación, siendo esa la única forma de superarlos.
“Espiritualmente de la situación,
después de dos semanas, estoy feliz de estar con vida, hay que darle gracias a
Dios.”
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