LA EDAD NO ES UN LIMITE

Hay personas que inspiran, que transmiten alegría de vivir, que su optimismo es ejemplo. Víctor Quintero es una de ellas. Este caraqueño con un sentido del humor envidiable,  viajero incansable y entusiasta del turismo, es toda una lección de vida.  Arquitecto de “la casa que vence las sombras”, escultor y escribidor, a los 68 años decidió participar en competencias de natación y desde entonces ha ganado más de 350 medallas y reconocimientos nacionales e internacionales. A sus 73 años, subió hasta la cima del Roraima, tepuy del Parque Nacional Canaima y hoy con 83  ostenta con optimismo, el orgullo de ser Campeón Nacional Master en aguas abiertas durante los últimos trece años.

Desde joven le apasionó viajar por Venezuela, conocer sus rincones no solo en los libros sino confrontando la teoría con la realidad de los Andes, los llanos y las costas de nuestro país. Su espíritu viajero viene de familia: sus padres se fueron emigrantes a Nueva York a trabajar; él como obrero, ella como costurera en Brooklyn y es tío de Valentina Quintero, la gran turista de Venezuela. Construyó su casa, reflejo de sus experiencias y vivencias, en un hermoso paraje de Anzoátegui con una espectacular vista al Parque Nacional Mochima, y era tanta la gente que lo visitaba que decidió convertirla en restaurante y parador turístico,  “La Ventana de Real y Medio” donde durante dos décadas disfrutó e hizo disfrutar a propios y extraños de sus extraordinarias ocurrencias y eventos, siendo visitado por conocidos personajes como Pedro León Zapata, Cayito Aponte y Rafael Briceño entre otros.

El buen humor, una de sus características más resaltantes, está presente en su conversación,  en su risa fácil y en los libros que ha escrito, “Q Entero” y “El Humor Pasajero, Pasajero del Humor”  un compendio de cuentos, chistes y anécdotas hilarantes, marcadas por la venezolanidad. Se ríe hasta de las situaciones desafortunadas; De una de sus dolencias dice: “como me la paso nadando tengo cataratas en un ojo”.  En su vida -con hijos, nietos, divorcios, fracasos y victorias- el buen humor ha sido fundamental para “levantarse a abrazar cada amanecer”.

Su afición por el mar nació cuando era niño. Entre los 6 y los 12 años pasaba vacaciones en La Guaira, en una casa de playa que su padre construyó. Su madre hizo un salvavidas de corcho, se le colocó y lo lanzó al agua; A los dos días se lo quitó y salió nadando. A partir de allí siempre nadó hasta que decidió competir. Ha ganado tantas medallas que las puso colgando en el techo de su casa como una “lluvia de méritos”

A los más jóvenes les recomienda, “Vivir intensamente y hacer una locura cada día. Estos actos de locura bien entendidos, son vivencias para salirse un poco de la cotidianidad”.

Así resume este arquitecto, cuentero y nadador su filosofía, su juventud a pesar de la madurez, su vida plena de retos y crecimiento y su risa que no se rinde.

Ima Rosa Rivas Varela

@periodismodeleyenda

 Víctor participó este año en la 2da competencia de nado abierto que se celebró en El Tirano,
Isla de Margarita, durante el mes de Agosto.
Fotografía de Eleonora Mata.

Fotografía de Camilo Quintero.