Historias de “Navegaos”: el peso de una familia que cocina unida

Frente a las rancherías de pescadores de Playa Moreno, muy cerca de donde años atrás “La Piedra del Ángel” oraba con fervor hacia el mar, un lugar destaca tanto por la alta concurrencia que registra cada mediodía, como por sus especiales atributos de orden e impecable mantenimiento, que saltan agradablemente a la vista cuando uno llega a “Macero Comida Tradicional Venezolana”.

Es el negocio familiar de unos “Navegaos” de Occidente, zulianos para ser más precisos, que dejando de lado las profesiones e involucrando a los hijos en las distintas posiciones del restaurante, no solo han venido creciendo y prestando un servicio que goza de la lealtad de cientos de comensales, sino que han creado un sello de calidad, buen precio y trato especial.

Las riendas las lleva Carlos Macero, un abogado retirado, quien contra todo pronóstico se instaló hace 4 años en el lugar, dedicándose a vender “comida por peso” tanto para llevar como para consumir en el propio establecimiento:

-Nos centramos en la comida tradicional venezolana- nos empieza a contar Macero-; hacemos un menú variado de lunes a viernes, trabajando de 11 de la mañana a tres de la tarde, inspirados en nuestro eslogan “sírvete a tu gusto y paga lo justo”.

Además de la comida sabrosa al mejor estilo de lo hecho en casa, se esfuerzan porque los clientes igualmente se sientan excelentemente atendidos. La fórmula es un esquema de autoservicio, donde cada quien elige los alimentos en la cantidad y combinación de su preferencia, para finalmente pesar el plato, y cancelar de acuerdo a los gramos que alcance lo servido.

-Se restan los 410 gramos que pesa el plato – destaca Carlos Macero-,  y el cliente tiene la oportunidad de comer bien, sano y a bajo costo. Incluso, para los que hacen dieta la fórmula es perfecta –precisa- pues se puede servir solo la proteína con la ensalada al gusto.

Por qué tomamos la decisión de escribir un relato de esta experiencia, se preguntaran nuestros lectores, pues realmente  resultó por demás inspirador ver en estos tiempos a todo un grupo familiar involucrado y trabajando duro, para echar adelante su negocio, grupo compuesto principalmente por jóvenes en edad de coger sus maletas e irse fuera del país, pero que junto a su padre han decidido seguir en Margarita.

Junto a Carlos Macero, en el mediodía que dimos con este lugar, conocimos trabajando a sus hijos Virginia y Tomas, que además de estar en el restaurante tiene otras responsabilidades en compras y suministros, personal, y cocina, entre otras tareas.

Es motivo de orgullo para ellos contar que “hasta el chef Sumito” ha comido en Macero, donde aprendieron la estrategia de entender y hacer lo que “el cliente pide”, desde el horario y los alimentos preferidos, hasta el sabor del guayoyito perfecto con el que se concluye el almuerzo.

Y una historia tan bonita, también tiene que ir acompañada de su aporte social. Los sábados prestan sus instalaciones y colaboran con la obra “UNA MANO POR VENEZUELA” que incluye la producción de entre 150 a 200 almuerzos que seguidamente se distribuyen en zonas de alta necesidad.

Definitivamente en la historia por escribirse de Margarita y Coche, deberá desarrollarse un extenso capítulo sobre el aporte y el empuje que indiscutiblemente han agregado  a la región todos “Los Navegaos”.

Carlos Macero y su hija Virginia.
"Sírvase a su gusto y pague lo justo".

Agradable, aseado y económico.

Tomas Macero en la caja.

Comida como en casa.

Carlos Macero con su hijo Tomas, y al fondo su restaurante familiar en Playa Moreno.





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