ASÍ INTERPRETA EL ARTE GISELA ROMERO
Nos
complace compartir este texto profundamente introspectivo escrito por la
artista venezolana Gisela Romero, quien esta semana es “La Escritora Invitada de Matasiete Punto Com”, medio donde nos hemos trazado el
propósito de contar con las visiones e interpretaciones narrativas de
personajes de leyenda, como es precisamente esta mujer que pinta, viaja y
escribe desde lo más profundo de su alma.
Gisela
Romero aprendió a dibujar antes de aprender a hablar y rebela que siempre ha
llevado la rebeldía propia de la artista por dentro. En sus obras la escritura
antecede a los trazos, es una artista conceptual. Dejemos
que fluya a través de su “pluma” su ejercicio de desnudar el arte.
El arte es libertad. En el
momento en que uno mismo se pone reglas y limitaciones, en ese instante deja de
ser arte para convertirse en algo externo, en complacencia. Hacer arte es ser
generoso pero sobre todo, sincero. Lo que se siente, lo que provoca, lo que da
felicidad es lo que dispongo en una superficie.
Yo vivo el arte cuando
viajo, cuando camino, cuando leo, cuando converso, cuando escribo, cuando
cocino…El camino transitado ha sido
un hilo conductor en el cual la libertad ha estado por encima de todo otro
concepto.
Le doy forma a una emoción.
Me rindo ante algo bello.
Cuando transito me detengo
en el encuentro de líneas, de texturas, de sombras, de colores, noto cada
detalle, cada movimiento, puedo pasar horas imaginando, a veces creo que vivo
en una explanada dentro de mi cerebro.
Nunca he usado el dolor de
otro para convertirlo en una pieza, he usado mi propio dolor, mi incertidumbre,
mi gusto y mi disgusto.
Sigo un proceso que comienza
de manera intelectual. Tengo una idea que a su vez viene de una emoción,
trabajo la idea, la pulo, la pruebo, la condimento. Me gusta el detalle, lo
recargado, me gusta el color intenso, la acumulación de puntos, los contrarios,
las ideas opuestas, me gusta ver cómo se complementan o cómo huyen una de la
otra, por eso las tensiones, las líneas, los movimientos circulares, los gestos
rápidos y el detalle de una línea que se va perdiendo en el blanco.
Mis dibujos salen de manchas
en el piso, de grecas en alfombras, de formas de flores y de ramas, vienen de
ilustraciones de biología, de la configuración de neuronas en el cerebro, de
las palabras que escribo cada vez que comienzo una pieza. Mis dibujos tienen la
libertad de las grietas dejadas por la lluvia, de la gota que cae por error,
del desapego por el qué dirán.
Mis dibujos vienen de
tejidos físicos y mentales, de mallas producidas por el paso del tiempo, de la
discordia entre seres que me rodean y también de la armonía, es por eso que
esas líneas se sueltan y viajan a otras dimensiones.
Dibujo porque quiero, porque
me gusta, porque me aparta de lo cotidiano para introducirme en una situación
fuera de la realidad, dibujo porque me sumerjo en mi propio mundo que no se
parece al mundo de más nadie.
No me importa caer en el
llamado arte decorativo, no estoy en competencia por el nobel conceptual de las
artes, sigo mi instinto, procuro tener algún espacio para compartir lo que hago
y lo que pienso, me alegra que alguien me diga que aprecia lo que hago y que le
sirvió para pensar en algo que tenía escondido o para sentir alguna emoción.
En mi camino como artista he
tenido muchas satisfacciones y alumnos con quienes he compartido lo que sé y lo
que siento, ha sido un camino solitario en compañía.
Uso la palabra como un
dibujo más, le doy la importancia de su significado y además la introduzco en
el universo del claroscuro, en el mundo paralelo del gesto, de la mano
escribiendo, haciendo anotaciones sobre la vida, sobre pequeñas cosas como una
flor recién nacida.
La soledad es buena
compañera cuando dibujo, escuchar la lluvia o presenciar la llegada de pájaros,
todo lo que hay en la naturaleza me acompaña cuando abro una página en blanco.
Me gusta el atrevimiento de
los colores y de los grosores de la líneas, no tengo temor al enfrentarme a un
inmenso formato, si logro hacerlo mío, muy bien, si no, entonces no era mío.Nada en mi trabajo es
obligado, nada conspira con la libertad de hacer lo que me gusta.
Encuentro formas en todas
partes, encuentro color en todas partes, encuentro líneas en todas partes.
Cuando viajo dibujo lo que veo y lo que imagino que veo y lo que imagino
después de lo que veo.
Me atraen los espacios
llenos, barrocos, la multiplicidad de formas de hojas, la repetición de una
estructura. Me atraen las formas que comienzan en un centro y se van abriendo
hasta tocar el infinito.
Todo está hecho, todo
existe, uno como artista sólo reinterpreta, busca otro ángulo, presenta de otra
manera, pone la mesa de una manera nueva, agranda el detalle, disminuye la
bulla, invita a la reflexión y al encuentro con la belleza. Consigo, observo,
limpio, ordeno, aclaro, interpreto, pulo, coloco y regalo.
No produzco salchichas, por
lo cual si alguien lleva para su casa algo que yo hago, me lleva no porque es
necesario o porque tengo valor comercial sino porque desea convivir conmigo.
La verdad de un artista es
su verdad, la que inventa, la que hace suya en el camino de su vida. Las otras
verdades son ajenas.
Apunto al debe ser y no al
es. El debería ser es una meta, siempre inalcanzable, pero meta al fin. Tener
esperanza es importante para seguir dibujando la existencia, si no, toda página
estaría vacía.
Dibujar es confirmar que
estamos vivos, que podemos comunicarnos con el lenguaje universal de los
símbolos comunes, es pasar por la vida dejando una huella de lo que se vio, se
sintió, se quiso.
Durante años he ido
recogiendo imágenes, tomando fotos, visitando museos, intercambiando ideas,
tocando árboles, todo es referencia, todo se queda en un registro virtual
dentro del cuerpo y de repente sale y se convierte en un gesto sobre una superficie.
A veces es un punto lo que sale de la mano, a veces un enredo, a veces un
adorno, a veces una palabra triste o un aliento.
Ordenar ideas, registrar
paso a paso la vida es bueno para luego llegar un día y dar un golpe a la mesa
y de nuevo desordenar todo, como un huracán que llega después de una sequía.
Todo es bienvenido, de eso se trata el instante que tiene cada uno para pasar
por el universo, de aprovechar cada segundo.
Hoja
de Vida
Nace en: Caracas, Venezuela,
1960.
Vive y trabaja en Caracas y Playa
Pintada, Boca de Uchire, Venezuela.
Educación:
Recibe el título de Master en Bellas Artes en 1992 de Pratt Institute, New York
y el título de Licenciado en Bellas Artes en 1985, con honores, del California
College of Arts, Oakland. Asimismo recibe el título de Diseñador Gráfico en
1982 del Instituto de Diseño, Fundación Neumman, Caracas.
Romero estudia Literatura en
la Universidad Central de Venezuela desde 1979 hasta 1982 y desde 1993
participa en Talleres de Gráfica en el Studio Camnitzer, Valdottavo, Italia, y
de poesía y narrativa en ICREA y el Centro Cultural Trasnocho, Caracas,
Venezuela.
Técnicas: Dibujo y Técnicas
de Impresión.
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