¡AHÍ SI HAY GASOLINA!

Goyo es contador público y su esposa María Del Valle es enfermera graduada. Con 10 años de matrimonio han cosechado los frutos del amor en sus dos hijos, Camila y Jesús. Ambos trabajan; ella se las apaña para poder culminar sus estudios de postgrado mientras él mata tigritos en las noches como taxista para poder complementar los ingresos de su profesión, que simplemente no alcanzan para mantener el presupuesto familiar.

Desde hace una semana María tuvo que meter su carro en el garaje, pues se quedó sin gasolina y ambos decidieron rodar en el vehículo de él, un chevetico que ahorra más combustible que el viejo Ford de ella. Desde muy temprano salieron con un cuarto de tanque, un paquete de sándwiches de mortadela, un termito de café, 2 litros de agua potable y los muchachos en el asiento de atrás jugando Candy Crush, para salir a revisar todas las estaciones de servicio en la Isla De Margarita.

-Goyo, dale directo para La Vecindad. Ayer me dijeron en el hospital que vieron las gandolas en esa bomba.
-No chica, vamos primero por toda la Juan Bautista y revisamos. Donde veamos el colón de carros, ahí nos metemos.
-Virgen Del Valle... ¿No será mejor irnos de una vez para Cocheima?.
-Ya voy a llamar al compadre, mi amor. Él debe estar metido en esos lados. Si logró meterse en la cola, nos vamos con ellos.
-Ay Goyo... tengo el corazón en un hilo ¿Y si no conseguimos un carajo?.
-Pues nos devolvemos para La Asunción, MaValle. Mente positiva, mi catira bella.

El día pasó y ni una gota consiguieron. Retornaron a su hogar con el semblante sombrío, pero listos a intentarlo de nuevo al día siguiente. Gracias al compadre, fiel amigo de la pareja, una pimpina de gasolina pudo financiar la odisea del día siguiente, en busca del ansiado combustible.

-Camila, Jesusito, ¡Pórtense bien y sigan jugando Candy Crush!, miren que su papá está al borde de un yeyo.
-Mi amor... pásame un sándwich... ¿Esos son de ayer?
-Sí, papi. No tenemos nada más que comer.
-¡¡El coño de la remalparida madre de los desgraciados que nos tienen viviendo en este hijueputa infierno!! Ya no aguanto más, mi catira.
-Cálmate, Goyo... de esta situación tan terrible tenemos que salir. Si conseguimos gasolina tenemos que volar a traernos el Ford. Yo no quiero quedarme sin mi cacerola.
-Mi compadre se lo trae en cuanto yo le avise. Él pudo cargar los dos carros ayer, solo faltamos nosotros, mi catira bella.
-Ay no joda. ¡Les dije que dejen la peleadera, Camila y Jesús! voy a tener que darles una pela que...
-¡Mavalle, catira! Ahí si hay gasolina, ¡AHÍ SI HAY!
-Metete, negro, dale, a tu derecha. ¡Dale que ya estamos en la cola, mi vida!
-Ya vamos rodando. Calculo que salimos de aquí a eso de las 4 de la tarde. Ya viene mi compadre con tu carro. ¡Nos salvamos!

Ese día de tropiezos, calor y malestar a granel, la joven pareja pudo llenar el tanque de su carrito. El compadre pudo meter en la cola el inmenso Ford que tantas batallas ha peleado junto a María por toda la isla y la pareja pudo retornar al hogar a las 11 de la noche, agotados, hambrientos y con los niños rendidos de cansancio en el asiento de atrás.

-Goyo... hasta cuándo será esto, mi amor.
-Hasta que este pueblo se rebele y todos unidos logremos el cambio.
Mientras tanto, nosotros nos vamos a dormir. Mañana yo a mi oficina y tú al hospital, los chamos a la escuela, y a seguir luchando. Dentro de 3 días tenemos que seguir buscando donde hay gasolina, pero quenada nos detenga, mi catira.
-Sí, papi. Gracias a dios, mañana será otro día…

Emilia Marcano Quijada
@periodismodeleyenda


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